Las imágenes han dado la vuelta al mundo. 66 féretros en el pabellón polideportivo, algunos blancos y rodeados de peluches. Son los cuerpos de los migrantes que murieron en el naufragio ocurrida en la costa de Crotone. Uno de estos ataúdes tiene unas iniciales "KR46M0" y sobre él un coche de policía. Se trata de un niño fallecido que no tenía ni un año de edad.
Papa Francisco, nada más conocerse, el pasado domingo la tragedia, mandó un mensaje en el rezo del Ángelus de oración y acompañamiento. Este domingo quiso retornar el tema para denunciar a las mafias y a los traficantes de seres humanos.
Detener a los traficantes de personas
Se le notó visiblemente emocionado y compungido: "Expreso mi dolor por la tragedia ocurrida en las aguas de Cutro, cerca de Crotone. Rezo por las numerosas víctimas del naufragio, por sus familias y por los que sobrevivieron", comenzó su mensaje, añadiendo: "Expreso mi aprecio y agradecimiento a la población e instituciones locales por su solidaridad y acogida hacia estos hermanos y hermanas nuestros y renuevo mi llamamiento a todos para que no se repitan tragedias similares".
Tras este mensaje de cercanía y acompañamiento, Papa Francisco hizo un denuncia, un grito desgarrador que hizo silenciar la Plaza de San Pedro: "¡Hay que detener a los traficantes de personas, no sigan disponiendo de la vida de tantas personas inocentes! ¡Que los viajes de esperanza nunca más se conviertan en viajes de muerte! ¡Que las aguas claras del Mediterráneo no se vean más ensangrentadas por hechos tan dramáticos! Que el Señor nos dé la fuerza para entender y llorar".
La Plaza de San Pedro se llenó de silencio y se podía ver cómo el Papa Francisco desde el balcón movía sus labios haciendo una pequeña oración interior. Es la enésima denuncia del Papa Francisco que lleva 10 años alertando del cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo.
Desde su mensaje "vergüenza" ante el naufragio en Lampedusa hasta este naufragio en Crotone han pasado 10 años y han muerto más de 26.000 personas en el Mediterráneo. Nada ha cambiado en la política migratoria europea. El Mediterráneo sigue siendo un cementerio y los europeos seguimos viviendo los acontecimientos con una deshonrosa indiferencia.