Pese a que en la prueba piloto se había interrogado sobre la religión de los argentinos, y que funcionarios del gobierno e investigadores del sistema nacional había solicitado indagar sobre la fe de las personas, en el cuestionario completado por más de 45 millones de argentinos en el censo del miércoles no se incluyó la pregunta sobre su religión.
Sí se interrogó sobre el nivel educativo de los argentinos, si trabajan más de una hora por semana. Y se amplió el espectro de posibilidades para responder sobre la percepción de identidad sexual de las personas. Sobre este punto, ya se adelantaron resultados preliminares, y el 0.12% expresó no sentirse identificado como varón y mujer. Los números pueden variar ya que aún no se concluyó de censar.
Además, se indagó sobre la ascendencia de pueblos originarios y afroamericanos. Pero no se ofreció la posibilidad de que la población se identifique con otras opciones que permitan cuantificar no sólo la migración europea, sino también la latinoamericana y la asiática.
Mayor precisión
Con información fehaciente sobre la religión de los argentinos se podría trabajar con mayor precisión en torno a polémicas legislaciones que suelen discutirse públicamente. Incluso legislativamente como el lugar de los símbolos en espacios públicos. Lo propio sobre el espacio para el argumento de origen religioso en las discusiones como la cuestión del aborto y la eutanasia. También la religión en la educación y en la atención de salud, el apoyo económico del Estado a actividades de las religiones -no sólo la católica-. Lo mismo cuestiones geopolíticas como la relación con el propio Vaticano o el Estado de Israel.
En recientes discusiones, se cuestionó, por ejemplo, que diputados tengan sobre su escritorio de votación crucifijos. Pero si los diputados son representantes de los ciudadanos, es fundamental que conozcan qué religión profesan, aún cuando no la compartan. Y sean respetados tanto cuando lo hacen como cuando no.
La última vez que se indagó sobre religión
Los censos en la Argentina se repiten cada 10 años. Debido a la pandemia, se demoró el actual dos años. Pero la última vez que se había indagado sobre la religión profesada fue en el censo de 1960, en la pregunta 17, con una pregunta abierta.
En 2019, durante el anterior gobierno nacional, el exsecretario de culto Alfredo Abriani lo había sugerido. Y en la segunda prueba piloto, en 2020, se incluyó, con las siguientes opciones: Católica, Evangélica, Judía, Islam, Testigos de Jehová, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Agnóstico/Ateo, Otra Religión, Ninguna e Ignorado. Entre las recomendaciones, había relevado el periodista Mariano de Vedia en 2020, se indicó reformular la pregunta para que quede con formato abierto, tal como en 1960.
¿Entorpecía el procedimiento?
Pese a la experiencia piloto, la pregunta no apareció en el cuestionario que millones de argentinos completaron por internet previo a la visita del censista. O si eligieron no hacerlo por vía virtual, respondieron directamente ante él. En la argumentación, algunos medios de comunicación citaron fuentes del organismo encargado del censo, el INDEC, para aclarar que indagar sobre mascotas, religiones o equipos de fútbol entorpecerían el procedimiento.
Sin la información censal, las discusiones y decisiones son acompañadas por encuestas. Las encuestas permiten ahondar más en la dimensión religiosa, por ejemplo, explorando en el nivel de práctica religiosa o actitudes, niveles de combinación en la práctica religiosa. Pero las encuestas trabajan sobre muestras y no universos. Y en ocasiones, debido al sesgo de los investigadores más allá de la validación de las herramientas, o incluso a un mal cálculo del margen de error, puede haber encuestas que arrojen resultados disímiles.