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Nelson Castro explica a Aleteia pormenores sobre los varios papas que pensaron en renunciar a causa de sus problemas de salud: "El libro marca la importancia política en la continuidad de la función del Papa que tiene la salud".
La prensa desde los tiempos del papa Pablo VI denunciaba: "Los papas mueren, pero no enferman", al indicar que el Vaticano en varias ocasiones incurrió en minimizar el estado de salud de un pontífice.
Sin embargo, este libro ha sido escrito con el apoyo del papa Francisco, que concedió una entrevista exclusiva sobre su salud. Asimismo, el autor tuvo la facilitación de la Santa Sede para la consulta del Archivo Apostólico (llamado así desde octubre de 2019), antes Archivo Secreto (fundado por Pablo V en el S. XVII). La investigación fue realizada por la periodista Marina Artusa.
Nelson Castro (N.C.): Decidimos que el libro debía iniciar a partir de León XIII porque antes de ese periodo la evidencia científica de la medicina era muy precaria como para hacer diagnósticos.
Los Papas que pensaron en renunciar antes de Benedicto XVI, en este periodo que nosotros investigamos, fueron dos: Juan Pablo II, quien lo pensó en algún momento y lo habló, incluso llegó a establecer alguna idea de qué procedimiento implementar.
Y el otro papa fue Pablo VI, antes de su operación de próstata, por temor a que la operación no tuviera éxito o que él saliera con algún daño neurológico. Él pensó en renunciar y escribió dos cartas que debían ser publicadas en caso de que, tras la operación, hubiese quedado afectado por una discapacidad, que después terminó dando a conocer el cardenal Giovanni Battista Re a Juan Pablo II."
‘Aferrarse a la Cruz’. Es un concepto que se ha usado pensando en Juan Pablo II durante su Parkinson y asociado a no renunciar, algo equivalente a "no bajarse de la Cruz", según el cardenal Dziwisz. La renuncia era un tema 'de mal gusto' para sus colaboradores, incluso durante el evidente sufrimiento y la traqueotomía.
N.C: Una fuente importante fue el cardenal argentino Leonardo Sandri, que anunció la muerte de Juan Pablo II (2 de abril de 2005) y confirma que exponer su agonía fue una actitud de abrazar la Cruz como un ejemplo para los cristianos, lo cual generó, por supuesto, mucha controversia. Pero esa fue la decisión: no renunciar y no ocultar ante el público los estragos que el Parkinson estaba produciendo en su cuerpo a lo largo de los años.
¿Qué elementos podemos considerar, desde el punto de vista médico, en la renuncia del Papa Benedicto XVI?
N.C.: Benedicto XVI ha durado más de Papa emérito que de Papa. Yo creo que nadie, no sé él, pensó que iba a vivir tanto tiempo. Porque en aquel momento se lo veía y, quienes lo conocían en su mejor época, dicen que se lo veía apocado, con alguna dificultad inclusive para caminar, con una voz muy disminuida. Así que es evidente que el tema de la salud estuvo ahí presente y nadie imaginaba, ni él mismo, creo, que su sobrevida al papado iba a ser tan prolongada. Ese es un dato sorpresivo para todos, inclusive me arriesgaría a decir también para él, que habrá pensado que se retiraba. Recuerdo que dijo: "Estoy en los últimos pasos de mi peregrinar". ¡Ya lleva ocho años! [Nota del editor: la entrevista es del 28 de octubre de 2021].
¿Es posible que el retiro de Benedicto XVI, entre oración y tranquilidad, haya sido casi una medicina que le prolonga la vida?
N.C: Benedicto XVI, al sentirse aliviado del trajín, es posible que para su salud haya sido una ayuda, porque vivir bajo estrés además de lo que le tocó vivir con todo el tema de los vatileaks y todo lo demás, es algo que le tuvo que haber pesado mucho. Médicamente esto (la tranquilidad) es una posibilidad muy factible (en la prolongación de su vida).
En todos los hombres después de los cuarenta años hay una parábola en sus fuerzas físicas. ¿Cómo lo explica médicamente en Benedicto XVI y los motivos de su renuncia?
N.C.: Benedicto XVI había tenido un antecedente de un pequeño accidente cerebrovascular y después tuvo episodios: caídas, fracturas y demás. Así que tuvo decaimientos de salud. Esto es una conjetura: Creo que a Benedicto XVI le pesó mucho lo que vio con Juan Pablo II y es posible que no quisiera repetir lo que se vivió en aquel momento. Porque la enfermedad de Juan Pablo II y su incapacidad para moverse, para hablar y demás tuvo consecuencias en el manejo político del Vaticano. Yo creo que en lo íntimo, él no quería repetir esa historia.
¿Usted considera que el papa Francisco podría seguir el mismo ejemplo de Benedicto XVI y renunciar si le faltan las fuerzas físicas?
NC: Yo creo que la voluntad de Francisco es desarrollar su papado hasta el final de sus días, salvo que apareciera una enfermedad muy invalidante. Esa es mi impresión. Yo le pregunté al papa Francisco (entrevista que se encuentra en el libro): '¿Cómo imagina su muerte?'. Él me dice: 'Como Papa, en funciones o emérito. Y en Roma. No volveré a Argentina'. La idea que da es que mientras tenga fuerza va a seguir ejerciendo el papado. La pregunta la hice por las especulaciones sobre su renuncia.
Por supuesto, en la medida en que Benedicto XVI esté vivo, y ojalá por muchos años, las posibilidades de una renuncia se hacen más complejas. Es decir, la existencia de dos papas eméritos, para el Vaticano, es un elemento, si no complicante, de incertidumbre. Esto lo digo desde una evaluación abstracta y lógica.
¿Cuál es su opinión profesional sobre la operación de colon del Papa?
NC: El Papa tuvo una operación importante en la vesícula cuando era sacerdote, lo había operado el doctor Juan Carlos Parodi. Lo cuenta en el libro. Esto hizo que la operación de colon fuera más larga en esta ocasión. Pero él se ha recuperado muy bien, impresionante para un hombre de 84 años. Nadie puede decir cómo será su vida de acá en adelante, pero no creo que esto le genere algún tipo de complicación para proseguir con su papado. La recuperación ha sido fantástica para una operación delicada, puesto que le sacaron una parte del colon, como él bien dijo".
¿Qué lecciones aprendidas podemos sacar sobre el tratamiento informativo de la enfermedad del Papa?
NC: Me pareció importante que él haya hablado sobre su operación con claridad porque yo coincido (con la opinión de) que la información desde el Vaticano fue muy escueta. Pero lo fundamental fue aclarar las especulaciones que se habían hecho. Yo vi el parte quirúrgico con todo detalle y es muy claro: 'estenosis diverticular', indicador de una patología benigna. Una de las cosas que hicieron fueron analizar la pieza para ver si había algún signo de malignidad y lo importante es que el resultado fue que era una patología benigna.