Jean-Eudes, con trisomía 21, acaba de fallecer y su ahijada le dedica tiernas palabras Jean-Eudes Lorne dejó esta vida el 2 de enero de 2020, en la región francesa de Sarthe, a los 64 años. Tenía síndrome de Down.
Jean-Eudes cumplió con excelencia su papel como padrino de Violaine, hija de una de sus hermanas. Por eso, el día de su funeral, su ahijada quiso rendirle homenaje.
Violaine de Courières tiene 31 años, está casada y es madre de dos hijos. Es periodista y valora mucho experiencia de haber tenido un padrino trisomía 21. El “tío Jean-Eudes”, como ella lo llamaba cariñosamente, le transmitió desde pequeña la capacidad de aceptar la vida a otro ritmo.
También fue testigo de esa gracia la hermana de Jean-Eudes, Guillemette, que, durante 15 años, lo acogió en su casa, tras la muerte de sus padres:
“Animaba a Jean-Eudes, pero fue él quien me dio una razón para vivir. Eso me ayudó a transformarme interiormente, a ser más sencilla, a ser más humana”.
Una bella unidad familiar se formó alrededor de Jean-Eudes, que tenía 9 hermanos y más de 40 sobrinos. Incluso siendo más frágil y con un ritmo más lento que los demás, fue un elemento central en la familia gracias a su bondad y devoción.
Era quien cortaba el césped, se encargaba de los pequeños recados, preparaba los platos con mucho cuidado. Violaine observa:
“En realidad, el simple hecho de estar atentos al tío Jean-Eude, ya nos unía”.
Este es el homenaje que le hizo a su padrino:
“Mi padrino, el tío Jean-Eudes, falleció el viernes pasado. Tenía trisomía 21 y no fue nada banal haber tenido un padrino así.
Comunicarse con él significaba aceptar entrar en un mundo con menos ‘performance’; un mundo más lento. Él tenía dificultades para expresarse. Tartamudeaba. Para oírlo, era necesario tener paciencia. Muchas veces, cuando yo era niña, me pedía un ‘dibujo‘. Yo me apresuraba para hacerlo enseguida. Pero luego pedía algún detalle más: ‘un arcoíris’, luego ‘flores’, ‘nubes’, ‘lluvia’… Yo los hacía aún más deprisa porque quería salir a jugar. Pero era necesario tener paciencia.
En Navidad, cuando daba un regalo – preparado por su hermana más grande -, él sostenía el paquete en sus manos y no quería darlo. Mi tía tenía que convencerlo. Eso también era una ceremonia que exigía paciencia.
Con él aprendí muy joven que la fragilidad y la vulnerabilidad forman parte de la vida. Y se pueden transformar en gracias.
Tío Jean-Eudes, hace mucho tiempo, en un pedazo de papel que solo encontramos años después, pegado a un crucifijo, escribiste con letras grandes: ‘Los demás son bonitos y yo no lo soy, los demás son inteligentes y yo no lo soy, pero en el cielo será diferente’.
Aquí en la tierra fuiste uno de los pequeños entre nosotros. En el cielo, serás uno de los mayores. La huella que dejas aquí en la tierra es tu sonrisa luminosa como el sol.
Gracias por todo lo que me enseñaste.
Tu ahijada
Violaine”