En aquel tiempo, se fue Jesús al territorio de Judea y
Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; él los
estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también
unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es
lícito a un hombre divorciarse de su esposa?"
Él les respondió: "¿Qué les prescribió Moisés?" Ellos
contestaron: "Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega
de un acta de divorcio a la esposa". Jesús les dijo: "Moisés
prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero
desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por
eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa
y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una
sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".
Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto.
Jesús les dijo: "Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra,
comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y
se casa con otro, comete adulterio".
Marcos 10, 1-12
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