En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro
que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda
infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a
sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo,
se asegura para la vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté,
también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi
Padre".
Juan 12, 24-26
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