La beata María Vicenta de santa Dorotea Chavez Orozco nació en el año 1867 en Cotija, México, fue fundadora de la Congregación de las Siervas de la Santísima Trinidad y de los Pobres. En el año 1997 san Juan Pablo II la proclamó beata.
Meditación
QUERIDA VICENTA: al recordar tu vida, te encontramos en el seno de una humilde y cristiana familia. Creciste así con una notable devoción al Niño Jesús y solías invitar a tus amigos a rezar contigo.
Cuando tenías 25 años te enfermaste gravemente y tuvieron que internarte en el pequeño hospital de la Parroquia de Mexicaltzingo, bajo el cuidado de las Damas de la Conferencia de San Vicente de Paoli. Esta experiencia de dolor y la dedicación con la cual se ocuparon de ti, te hicieron comprender cuál era tu camino: querías dedicarte a Dios y al cuidado de tus hermanos.
Por eso, una vez restablecida tu salud, decides volver al hospital, esta vez, para ocuparte tú misma de los enfermos. Poco después, te consagraste al Señor y te llamaron «Vicentita».
Con el lema de San Pablo «la caridad de Cristo nos anima» fundas la Congregación de las Siervas de la Santísima Trinidad y de los pobres.
El servicio a tus hermanos era para ti un modo para glorificar a Dios. Tu vida se convirtió en un ejemplo de celo apostólico, paciencia y tierna compasión por los más necesitados.
Nombrada superiora general de la congregación, desempeñaste esta tarea por treinta años con amabilidad y dulzura. Dificultades y contratiempos fueron modelando tu carácter enérgico.
Sufriste la persecución religiosa que estalló en México en 1926 pero tú, a escondidas, continuaste tu labor de ayuda a los necesitados, hasta el día en que, victima de un ataque cardiaco, concluiste tu vida terrena para unirte definitivamente al Señor.
Artículo originalmente publicado por Radio Vaticano