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¿Cómo sacar adelante un reciclaje profesional?

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Bonninstudio | Stocksy United

Edifa - publicado el 20/01/21

Muchas personas consideran que la reconversión profesional es algo bueno. Pero no es algo que esté carente de dificultades

Abandonar un contrato indefinido o una vida organizada para reorientar nuestra vida profesional es una elección valiente y exigente. Hay trampas que evitar, buenos hábitos que adquirir… Aquí tienes unos testimonios y consejos de personas que se atrevieron a dar el salto y no lo lamentan.

A sus 32 años, Émilie podría ser calificada como “malabarista profesional”. Madre de dos niños pequeños, estudiante de día, ama de casa por la tarde, administra con mano maestra los trayectos a las actividades, los deberes que entregar, las clases que seguir y el horario de la niñera.

“El ritmo es intenso, pero este año me resulta apasionante en el plano intelectual”, asegura la joven, que acaba de superar su formación para ser profesora de francés. Émilie confiesa que, incluso si no consiguiera plaza, consideraría este año tan sobrecargado “un auténtico éxito. He conocido a personas fantásticas y he obtenido mi diploma de máster, ¡eso ya es todo un triunfo!”.

Muchas personas consideran que la reconversión profesional es algo bueno. Pero no es algo que esté carente de dificultades: el temor de abandonar un empleo seguro, la preocupación por encontrar financiación, el miedo a desestabilizar el equilibrio familiar y de retomar unos estudios a veces largos pueden ser unos serios frenos para el cambio profesional.

Un cambio que implica sacrificios

Bertrand, por su parte, no dudó mucho tiempo cuando se presentó la oportunidad de cambiar de vida profesional. Auditor en una gran empresa, se cansó de “un trabajo repetitivo y rutinario delante de un ordenador”.

“En seguida tuve la sensación de haber tocado techo”, confiesa. “Cuando me proyectaba a diez años vista, no me veía en absoluto haciendo el mismo trabajo que mis jefes”.

Aprovechando un descenso en la actividad, decidió dejarlo todo para lanzarse en una formación de carpintero, financiada a través del plan de formación para la empresa del grupo en el que había trabajado hasta ahora. “Me encanta la madera, el universo de los inmuebles y el sector de la construcción”.


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El joven, casado y padre de una niña pequeña, se informó con carpinteros y ebanistas para pulir su proyecto de conversión.

“Esta etapa es esencial”, valora Béatrice de Montabert, psicóloga y coach. “Cuando se quiere cambiar de camino, hay que vigilar que ese compromiso tenga sentido. Debemos estar seguros de tomar la elección correcta y no lamentar la conversión al cabo de tres años”.

El acompañamiento es importante, un cuestionamiento profundo puede venir acompañado de una evaluación de competencias, de una investigación sobre la profesión (con experiencias directas realistas); quizás de unas prácticas, de una reflexión sobre las posibilidades de evolución y de la remuneración dentro de ese empleo tan atractivo… No obstante, “lo que cuenta no es la profesión en sí, sino el realizarse uno”, recuerda Béatrice de Montabert.

Volver a estudiar

Como Bertrand, el deseo de realizarse es lo que ha motivado a Marie a retomar sus estudios. Después de una formación en historia del arte y un máster en comunicación en Celsa (escuela de estudios superiores en ciencias de la información y de la comunicación en la Universidad de la Sorbona), la joven se instaló con su marido en el sur de Francia. Allí creó su empresa de diseño y de anuncios de nacimientos.

“Éramos voluntarios en la asociación Le Rocher y, un día, estando de vacaciones con una familia de la ciudad, tuve una revelación: no tenía ganas de estar creando anuncios de nacimientos toda mi vida”.

Animada por su esposo, retomó entonces los estudios universitarios de psicología. Una parte la hizo a distancia y, al ser madre reciente, no tenía obligación de participar en los trabajos dirigidos (clases en pequeños grupos).


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Su horario ahora está un poco más aliviado, pero los primeros años el ritmo fue intenso. Sobre todo visto que la familia crece rápidamente. Marie recurría a niñeras para ocuparse de los niños por la tarde, tenía dificultades para trabajar cuando sus hijos estaban en casa y, en periodo de exámenes, se veía obligada a doblar los efectivos –y el presupuesto– de ayudas a domicilio. Y a sus niños pequeños les costaba comprender este cambio de ritmo.

“Además de la presión de los exámenes, tenía el sentimiento de exigir un sacrificio económico a mi marido, ya que él aportaba el único salario de la casa y se producían gastos importantes. Me prohibí a mí misma repetir curso”.

Sin embargo, la joven madre “se saltó” un año y se sacó el segundo curso en dos años: “Eso me permitió relativizar. ¡No es posible hacerlo todo a todo gas! Soy madre y mis hijos son mi prioridad. Ahora, mi horario se parece al de un estudiante a media jornada”.

La importancia del apoyo de los allegados

“Retomar los estudios representa un riesgo, hay que tener cierta capacidad de replantearse las cosas, de mente abierta. Es importante tener confianza en uno mismo y en nuestras decisiones”, precisa Béatrice de Montabert. Y más si cabe cuando el entorno mira con recelo este cambio de vida.

Véronique, madre de cinco hijos, retomó sus estudios cuando su hija menor tenía 9 años, después de 20 años de interrupción. Al principio, su marido le preguntó, sorprendido: “¿Estás segura de que es lo que quieres hacer? Te obligas a trabajar, a madrugar, a acumular estrés…”. Pero una vez su esposa tomó la decisión, él la apoyó sin fisuras.

Bertrand, por su parte, se divirtió viendo a su padre, que necesitó de algún tiempo para comprender esta reconversión. “Al principio, me ponía caras raras, le parecía que era una idea extravagante. Ahora, cuando habla de mí, dice que antes de empezar en carpintería, ¡fui a la escuela de empresarios! Pero él puede ver que soy feliz, ¡así que le conviene!”.

Según Béatrice de Montabert, “el apoyo de los allegados es un elemento facilitador, permite compartir nuestros proyectos, nuestras luchas. Es un pilar y es gratificante. Pero el miedo del entorno no debe frenarte en tu decisión de formarte”.

Como un trampolín, esta recuperación de los estudios es estimulante, rica en encuentros y en nuevos aprendizajes, en el descubrimiento de uno mismo. “Si tuviera que hacerlo todo de nuevo, lo haría sin dudarlo”, asegura Véronique, que ha demostrado a sus hijos que “sí es posible sacar buenas notas aunque los estudios sean difíciles”.

Como ella, Bertrand y Marie aseguran que no lamentan nada de esta reorientación profesional, respaldada por una verdadera madurez y llena de promesas.

Ariane Lecointre-Cloix

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