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Aborto espontáneo: un sufrimiento también para los niños

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Edifa - publicado el 01/11/20
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Perder un hijo ‘in utero’ tiene consecuencias para los padres, pero también para los demás hijos. Así que es importante prestarles atención.

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Todo duelo puede tener consecuencias para la vida de los niños que han de confrontarlo. El duelo perinatal no escapa a esta regla para los hermanos mayores que han perdido a un hermanito o hermanita antes de nacer.

Corrine Charroy, psicóloga clínica, ha estudiado las consecuencias de un aborto espontáneo para los niños, nacidos o por nacer. Hay consecuencias negativas que pueden evitarse prestando atención a señales de socorro de los niños.



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¿Ha encontrado alguna vez a niños consternados tras un aborto espontáneo?

Su incidencia me parece cada vez más importante, según su posición dentro de los hermanos y, sobre todo, de la capacidad de su madre de haber hecho el duelo del niño fallecido. A veces un niño nacido después de un aborto natural sufre trastornos de comportamiento: agitación, rabietas, enuresis, problemas de sueño…

¿A qué deben prestar atención los padres?

No hay motivos para inquietarse si el niño no manifiesta problemas particulares. Cuidado con la culpabilidad que puede desarrollar un hermano mayor todavía pequeño si no veía con buenos ojos este nuevo nacimiento. Ha podido sentirse abandonado por su madre y vivir una angustia de separación, alimentar sentimientos hostiles.

Cuando llega la muerte, puede sentirse responsable de ello, si es próximo a la edad del pensamiento mágico. Corresponde a los padres acompañarle en sus emociones y ayudarle a verbalizarlas: “Has podido sentirte celoso y eso es normal, no te culpes por eso, no es culpa tuya que el bebé haya muerto, ni tampoco de mamá”.

Puede llegar otro bebé muy rápido después de un aborto espontáneo. ¿Está seguro de no sufrir consecuencias?

Ahí está la cuestión del hijo de reemplazo. Después de un aborto espontáneo, no es raro que llegue rápidamente un nuevo embarazo, como si la mujer se demostrara así que estaba viva. Sin embargo, después puede culpabilizarse de pronto, creyendo haber traicionado al bebé precedente. A la inversa, a veces pasa que el niño siguiente se libra, como en un paréntesis, pero que con el tercero la madre sale de su sideración y empieza el duelo que no había realizado.

¿Cómo reaccionar entonces?

Es fundamental que el niño muerto retome su lugar. A veces, basta con hablar con sencillez de este hermanito o hermanita que no han conocido para que se calme la inquietud. Cada uno vuelve a su lugar, el siguiente que “sustituye” al hijo fallecido ocupa su propio puesto legítimo. Cada uno es único, nadie puede reemplazar u ocupar el lugar de nadie.

¿Pensar que un bebé ha muerto en el vientre de su madre no es traumatizante para un niño?

Las pesadillas revelan esta angustia de muerte ligada a la matriz materna. Conviene explicar a los niños, con palabras adaptadas a su edad, que no es el mismo vientre o útero el que porta a todos los niños de la madre, que una mucosa se renueva con cada embarazo, como una cuna nueva para cada uno.

¿Y si manifiesta señales de socorro?

En caso de trastornos alimentarios, somáticos o de sueño, un trabajo terapéutico puede ayudar al niño a conectar con el suceso. La cuestión es darle la palabra. Los padres pueden preguntarle: “Quizás que equivoque, pero tengo la impresión de que…”.

Quizás no pueda responder con un sí o un no, quizás los padres metan la pata, pero el niño habrá tenido la experiencia de ser escuchado, acompañado y haber podido poner en palabras aquello que siente, sin sentirse juzgado ni culpable. Las terapias no hacen otra cosa que ayudar al pequeño paciente a poner nombre a lo que le inquieta y comenzar así a liberarse de ello.

Stéphanie Combe

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