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Luis y Celia Martín, santos modelos para los padres de hoy día

saint Louis and zelie martin

CHARLY TRIBALLEAU | AFP

Edifa - publicado el 25/10/20

Es la primera pareja canonizada en la historia de la Iglesia, el 18 de octubre de 2015. Si sois padres, merece la pena conocer su vida.

Beatificados el 19 de octubre de 2008 en Lisieux, por la ejemplaridad de su vida de pareja, y canonizados en Roma el 18 de octubre de 2015 por el papa Francisco, los santos Luis y Celia Martin son unos ejemplos valiosísimos para los padres que deseen responder a su vocación.

Es la primera pareja canonizada en la historia de la Iglesia, Luis y Celia Martin vivieron la aventura de la santidad, dieron testimonio del Evangelio en su vida diaria y conocieron las alegrías y las penas (cuatro hijos muertos jóvenes, el cáncer de pecho de la madre de familia seguido de su muerte prematura, las hijas huérfanas, la viudedad del padre y luego su demencia…).

A pesar del siglo que los separa de las parejas y padres de hoy en día, siguen mostrando el camino que seguir para poner a Dios en el centro de nuestra vida. A continuación, los lectores pueden leer una entrevista con Hélène Mongin, biógrafa del matrimonio Martin y autora de la obra Louis et Zélie Martin : Les saints de l’ordinaire (Luis y Celia Martin: los santos de la vida ordinaria), editada en francés por Éditions de l’Emmanuel.

¿Cómo definiría usted la educación que dieron Luis y Celia Martin a sus hijas?

Una educación con amor, exigente y espiritual. El amor salta a la vista cuando leemos las cartas de Celia donde describe su vida diaria en familia. Luis y Celia no dejan de expresar y mostrar el amor que tienen por sus hijos a través de mil maneras afectuosas. Celia quiso ofrecer a sus hijas aquello que ella no tuvo en su infancia: un clima de confianza y ternura. En cuanto a Luis, hay que releer el comiendo de Historia de un alma para ver que es un padre lleno de bondad y atención.

Sin embargo, Luis y Celia no son unos padres “colegas”, se les ve a menudo reprender a sus hijas con firmeza. Porque su objetivo, según describió con claridad Celia, era “criar [a nuestros hijos] para el Cielo”. Su prioridad no era que sus hijas “triunfaran” o que fueran personas perfectamente equilibradas; su prioridad era lanzarlas en el camino de la santidad.

Luis y Celia Martin dan la impresión de ser una pareja moderna: ella, mujer activa y madre al mismo tiempo; él, muy preocupado de la educación de sus hijas… Son lo contrario de la imagen cliché que a veces se hace de la familia católica.

En efecto, la empresaria de la casa es Celia, mientras que Luis dejó su propio oficio para trabajar para su mujer. Ve a pedirle eso a tu marido, por moderno que sea… A decir verdad, más que “modernos” o “de su tiempo”, son proféticos. También se podría pensar que su familia era un pseudomonasterio que impulsaba a las hijas hacia la vida religiosa. Los padres y madres de familia numerosa que nos leen sabrán bien que cinco hijos no dan mucho ambiente monástico a una casa… Pero es que, además, Luis y Celia, a pesar de su alta idea de la vida consagrada, jamás empujaron a sus hijas por este camino. Para descubrir a esta familia en toda su complejidad y belleza, recomiendo encarecidamente la lectura de la Correspondencia familiar.

Leonia les causó muchas preocupaciones e inquietudes. Los Martin no son una familia perfecta, exenta de problemas…

Luis y Celia no son unos padres perfectos. Cada uno tenía a su hija favorita. La deliciosa carta de Celia donde hace de Paulina su confidente siendo adolescente y donde le explica cómo “manipular” a su padre… ¡le quitará el complejo a más de una! Como todos los padres, también tienen a veces actitudes o palabras desafortunadas. Santo no significa perfecto y el ejemplo de Leonia es elocuente: ella los confrontó durante años hasta sus límites como padres.

Desde su nacimiento, Leonia sufre de mala salud y es más limitada intelectualmente que las demás hermanas; se aísla y desarrolla un carácter muy difícil. La empleada del hogar, Louise Marais, empezó entonces a maltratarla sin que Luis ni Celia se dieran cuenta, cosa que explica por qué Leonia se cerraba al mínimo acercamiento. Celia dice que es uno de los mayores sufrimientos de su vida. Luis y Celia responden a través de una doble confianza. Confianza en su hija, para empezar, a la que no quieren encerrar en el papel de “patito feo”. Cada vez que Celia evoca una fechoría de Leonia (y sus cartas están llenas), siempre precisa: “pero sé que ella es buena, creo en su buen corazón”. Y confianza en Dios, sobre todo, al que Luis y Celia acribillan a oraciones por su hija. Y vean el resultado: el proceso de beatificación de Leonia, que conmueve los corazones por sus propias dificultades, se abrió en 2015…

¿En qué medida esta manera de educar puede ser un ejemplo para los padres?

En la práctica, no hay una “receta Martin” de educación. Es asombroso ver cómo Luis y Celia dan una educación diferente a cada una de sus hijas, en función de su personalidad. A Paulina, de carácter muy asertivo, Celia dice que nunca le pasa ni una, aunque le duela en el corazón. Con Teresa, en cambio, niña muy sensible que llora a la menor ocasión y luego llora por haber llorado (!), Luis es todo dulzura y ánimos. Los ejemplos son numerosos: es conmovedor ver en sus cartas que Celia se esfuerza en estudiar el carácter de cada una de sus hijas para ver lo que conviene más a cada una. No existe una educación modelo ni perfecta, sino un deseo arraigado en el corazón que podemos compartir con los Martin: caminar juntos, con nuestros allegados, con Dios –que Luis y Celia consideraban como un miembro más de la familia–, por el camino de la santidad. Una santidad que ellos vivieron en su existencia concreta de padres.

Entrevista realizada por Antoine Pasquier

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