El Evangelio parece oponer la vocación contemplativa de María con la vida activa de Marta. Pero ¿tenemos que escoger entre el lugar de Marta y el de María?
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Imaginemos la escena: Jesús, el gran amigo, es recibido en Betania. Alegre por acogerle, Marta se activa con entusiasmo y eficacia: ¡hay tanto por hacer!
Pero su hermana María no parece darse cuenta de ello, ya que reposa tranquilamente sentada a los pies de Jesús, como si la comida fuera a prepararse sola, como si le pareciera normal dejar todo el trabajo a los demás.
Marta protesta… y ¿qué ama de casa no se reconoce en algún día en esas protestas? ¡A todo el mundo le gustaría estar sentado en vez de entre fogones!
Es muy bonito escuchar al invitado, pero por suerte hay alguien que se preocupa de las tareas materiales… Es lo que piensa Marta, y la comprendemos.
Cuando nos hacemos esclavos de las tareas materiales
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