Al igual que con una ruptura amorosa, la ruptura de una amistad conlleva un verdadero sufrimiento. Aquí tienes algunos consejos para gestionar este dolor por una amistad
No es raro enjugar lágrimas derramadas por decepciones amistosas. Un niño que se siente traicionado, un joven que ve distanciarse a sus amigos porque los centros de interés divergen, un estudiante dividido entre las amistades del instituto y el nuevo mundo de la universidad, una mujer que se convierte en madre de familia y que ve alejarse a sus amigas solteras poco a poco,…
En cada ocasión, hay en juego una transformación de fondo, una pena hecha de incomprensiones, pero también una purificación.
La amistad es un auténtico aprendizaje de la vida. Aprendemos poco a poco que en esos apegos es importante cultivar el secreto jardín del desapego.
Cuando el comportamiento de los amigos es hiriente
Asombrosa paradoja la de esta relación que nos saca de nosotros mismos pero, al mismo tiempo, nos invita a habitar mejor nuestra alma y a conocernos mejor.
Porque aquello que va a ofrecerse en la amistad debe tener un precio. Lo que se dará y se comprometerá será tanto más valioso cuanto que la amistad no sea compartir un vacío, sino el regalo de una vida interior.
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