Las pantallas juegan un papel importante, incluso principal, en muchos hogares. En esta época de Cuaresma, limitar el uso de pantallas y considerarlas como parte integral del ayuno podría ser beneficioso para toda la familia.
Conocemos el embrujador efecto que las pantallas tienen sobre muchos de nosotros, una auténtica droga que conduce a síndromes de adicción patológica. Hay muchas personas a las que les costará privarse de su tableta o smartphone un día o dos o incluso de unas pocas horas.
¿Y si apagáramos el televisor?
Cuántos problemas familiares se han exacerbado por la intrusión de estas pantallas, una especie de “terceros” que se inmiscuyen en la privacidad de los hogares. En lugar de mirarse, escucharse, perdonarse, vivir juntos a diario, es mucho más fácil mirar la televisión o el ordenador durante horas. Por lo tanto, es ahora más importante que nunca ayunar de todas las pantallas para animar, en esta temporada de Cuaresma – ¡¿y por qué no después de la Cuaresma?! -, la construcción de la familia, para fortalecer los lazos, para hacer circular la ternura, y por lo tanto la vida.
Algunas familias pueden optar por un ayuno permanente y total, sustituyendo la televisión por un rincón de oración, los teléfonos móviles y las tabletas por juegos de mesa, pero la mayoría de las veces lo que se necesita es dominar el uso de las pantallas. Aprender a discernir, a seleccionar, a limitarse. Si el ayuno total – incluso si solo durante la Cuaresma – es demasiado duro, es posible restringir el uso de todos estos aparatos a unas pocas horas al día (¿y por qué no a una semana?).
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Daniel-Ange