La Cuaresma está llegando a su fin.
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Desde que escribo sobre el sagrario y la presencia de Jesús allí, no cesan de llegar correos de personas que me cuentan sus experiencias y lo asombrados que están. Un ejecutivo de una gran compañía me dijo recientemente:
“Poseía fama, dinero, una posición envidiable en la empresa, pero no tenía a Dios. Me sentía vacío por dentro. Y por más que me esforzaba, no lograba llenar ese vacío. En mi casa era igual. Todo tipo de lujos, pero lo imprescindible, la Paz, no lograba hallarla. Fue entonces que decidí ir una hora al día a un oratorio para visitar a Jesús en el sagrario. Y todo empezó a cambiar. Recuperé algo sorprendente que había perdido: “la sonrisa”. Ahora sonreía, para el asombro de los que me conocían. Y la paz retornó. Jesús cambió mi vida, le dio sentido. Me obsequió lo que tanto anhelaba”.
Esta historia se repite una y otra vez. Y Jesús siempre responde a todos. Y les da las gracias que requieren para seguir adelante y persistir.
Hace unos meses un sacerdote amigo que tiene un programa de Televisión me invitó a participar por el tema de mis libros.
— ¿De que deseas hablar? —me preguntó.
—Del sagrario —respondí.
Sonrió complacido.
—Me parece muy bien— respondió.
Y durante todo el programa hablamos de las maravillas que he descubierto y vivido con Jesús en el sagrario.
A menudo me preguntan por qué escribo y hablo tanto del sagrario.
Me dicen:
— ¿Por qué vas a ese oratorio y pasas ese tiempo ante el sagrario?
Mi respuesta ha variado poco a través de los años:
- Porque allí está Jesús.
- Porque es mi amigo.
- Porque es el hijo de Dios.
Si sé que para ver al Jesús me basta ir a un oratorio cercano y buscar el sagrario, ¿cómo no ir?
Si sé que es mi amigo, ¿cómo no saludarlo?
Si sé que es el hijo de Dios, para quien NADA ES IMPOSIBLE, ¿cómo no acudir confiado?
Mis días favoritos para visitarlo son los domingos a las cinco de la mañana. Este domingo que estuve con Él, le dejé tus saludos y grabé un vídeo para compartir contigo esos momentos especiales. Espero que te guste.
Con Jesús, todo es posible.
¿Un favor? El que siempre te pido. Cuando vayas a verlo dile: “Claudio te manda saludos”.
Dios te bendiga!