Solía colocar una mesita con mis libros para darlos a conocer, afuera de una parroquia en Panamá. Como es un apostolado el buen sacerdote me daba permiso para hacerlo y llevar algo de esperanza a los fieles, con la palabra escrita.
Recuerdo sorprendido la cantidad de personas que se acercaban para charlar conmigo y contarme sus vidas y desventuras. La mayoría sufrían por sentirse solos ante la pérdida de un ser amado, vivir aislados de sus familias, las grandes incomprensiones y malentendidos, las enfermedades, la vejez y muchos otros motivos.
Esto siempre me sorprendió de aquellas personas. Su dolor, el sufrimiento que debían llevar, la pesada cruz que cargaban.
Creo que fue la Madre Teresa de Calcuta quien dijo: “No hay mayor pobreza que la soledad”.
Una tarde me encontraba distraído acomodando los libros en la mesita cuando una dulce ancianita se me acercó.
―¿Tiene tiempo para escuchar la historia aburrida de una anciana?
―Bueno ―respondí sonriendo con generosidad ―. Para una bella dama siempre tengo tiempo.
Le extendí la silla y se sentó.
―La escucho ― le dije.
Entonces me contó la historia más asombrosa que hasta ahora he escuchado. Era una vivencia de dolor profundo, de esos tan terribles que apenas te permiten vivir.
Pero yo la notaba serena, tranquila. Se le escapaban pequeñas sonrisas. Y yo, mientras ella hablaba, me preguntaba cómo podía, cómo hacía, de dónde sacaba fuerzas para continuar el camino de la vida.
Cuando finalizó al cabo de un rato se puso de pie y se despidió amablemente.
―Gracias por escucharme.
―Espere ―la detuve ―. Necesito saber…
―¿Qué cosa?
―¿Cómo hace? ¿De dónde obtiene esa fuerza?
Señaló el pequeño oratorio que quedaba al costado de la iglesia, donde tenían el sagrario, con Jesús Sacramentado. Y dijo con firmeza y seguridad:
―De Él.
A partir de ese día me decidí a escribir un libro que brindara consuelo y apoyo a las personas que se sienten solas. Me dediqué a entrevistar a otros que están solos, pero han logrado salir adelante, les pedí que me confiaran sus secretos.
¿Cómo hicieron para combatir la soledad y dejar atrás ese doloroso sentimiento?
Aprendí que no es lo mismo “estar solo” que “sentirse solo”. Y que con la gracia de Dios nada es imposible, todo lo podemos.
¡Ánimo! Tú puedes. Otros lo han logrado. Es posible.
………………………..
¿Te sientes solo(a)
Quisiéramos recomendarte un libro maravilloso, de nuestro autor Claudio de Castro . Este libro es como un abrazo para el alma. Te ayuda a lidiar con la soledad y a encontrarte con el mejor de los amigos, Jesús Sacramentado, que te espera en el sagrario.
“Lidiando con la SOLEDAD”
¿Te gustaría darle una mirada? Es muy fácil de adquirir.
Si vives en México haz “CLIC” aquí.
Si vives en Latinoamérica haz “CLIC” aquí