Como a muchos, los acontecimientos de China me tomaron por sorpresa. Empecé a seguir las noticias. Eran desgarradoras. Me he preocupado tanto por lo que pueda pasar, que olvidé algo fundamental: REZAR.
La oración devota nacida del alma, siempre es escuchada por Dios y es capaz de cambiar la historia. Podemos mucho con la oración de intercesión.
Decía el padre Pío que la oración es la llave que abre el corazón de Dios. Y hoy nuestros hermanos en China nos necesitan.
¿Por qué rezar por China?
Primero, porque todos somos hermanos, hijos de un mismo Dios.
Segundo, porque nos concierne a todos lo que allá está ocurriendo.
Tercero, porque tenemos en nuestras manos una forma de ayudarles.
Cuarto, porque es una obra de MISERICORDIA, que agrada a Dios…
Podría extenderme así hasta llegar al millón de razones. Pero ninguna tan impactante como la que sientes al ver las desgarradoras imágenes que nos llegan y tocan el alma y conmueven el corazón.
Ves personas desplomándose en las calles, una pareja de ancianos enfermos que se despiden de una cama a la otra. Hay tanto sufrimiento.
En Wuham donde viven alrededor de 11 millones de habitantes, hay una cuarentena masiva, con más de 1,000 muertos y miles de infectados.
Hay que ser solidarios, hermanos, humanidad.
De alguna manera nos va a efectar. En Panamá el Arzobispado emitió un comunicado pidiendo que se suspendiera el saludo de la paz con la mano en las misas como medida de prevención y que se buscaran otras formas de dar la paz.
Hay un poema de John Donne que me gusta mucho y suelo recordar en situaciones tristes como ésta:
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
Es un buen momento para que los católicos del mundo saquemos nuestros rosarios, vayamos al santísimo y recemos por China. Pidamos a Dios que salga fortalecida, renovada, con más”LIBERTAD” y se pueda vencer este virus tan violento, que es una “AMENAZA” para la humanidad y tanto sufrimiento ha ocasionado.
RECEMOS por China y su pueblo que sufre. Recemos COMO HERMANOS, CON AMOR. Y recemos también por nosotros.
¡Dios te bendiga!