La Virgen lo ha pedido innumerables veces: “Recen el rosario todos los días”. Soy de los que lo olvidan. Normalmente cuando tengo tengo una seria preocupación lo rezo. Y restauro la paz en mi corazón.
Hoy mientras reflexionaba pensé que sería estupendo salir a caminar y rezar el Rosario, mientras caminaba.
¿Alguna vez lo has intentado?
¿Has rezado el rosario por las calles de Roma, Venezuela, Costa Rica, México… ? ¿Has rezado el rosario por el barrio donde vives? ¿Te animarías?
Es un signo claro que identifica a un católico… el rosario en la mano. Es una devoción mariana bellísima.
Contemplar los misterios te acerca a Jesús, te ayuda a estar a su lado en los momentos cruciales de su vida. Y te ayuda a amarlo más.
Me di cuenta que he pasado mucho tiempo sentado. El oficio de escritor es exigente, y camino poco. Necesito ejercitarme más y pensé: ¿Qué tal si camino un rato rezando y meditando el rosario?
Al principio me costó concentrarme, me distraía con mucha facilidad, pero a medida que avanzaba pude rezar mejor.
Un amigo me comentó en estos días que le encanta caminar con su esposa, no sólo por el ejercicio, sino porque descubres maravillas que de otra forma jamás habrías visto. Caminas, te detienes a ver y te sorprendes por la belleza de la creación.
Imagina ahora, caminar y rezar.
He regresado y me siento feliz.Creo que repetiré esta experiencia. Buscaré diferentes lugares para caminar y rezar el rosario.
Hay tantas promesas y gracias para los que lo rezan con devoción.
Yo le pido a la Virgen por ti y los que leen estas palabras, por mis vecinos, por los que me han hecho daño y aquellos a los que sin querer he afectado.
Imagina que hoy te decides a salir por tu barrio rezando el rosario. ¿Qué ocurriría?
¿Y si estás en una fila larga del banco, esperando poder realizar tu transacción… Y en silencio rezas el rosario?
No sé si te ocurre, pero encuentro un gran consuelo en el rezo del rosario.Me hace olvidar mis problemas, me restaura la paz y me llena de esperanza. Sé que la Virgen escucha mi oración y este rezo le es particularmente grato.
Llenar las calles de nuestros países con el rezo del santo rosario. Sería estupendo. ¿Que tal si me escribes y me cuentas? “Hoy recé el rosario por las calles de mi país, he pedido por todos”.
No soy un santo. Necesito que la Virgen me guarde bajo su manto y cuide de nosotros.
Es mi madre y sé que escucha mis súplicas, por eso confiado le digo:
«Dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía».
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