Hoy temprano me levanté para hacer mis oraciones. Eran las 5 de la madrugada. No te imaginas cuánto disfruto ver los amaneceres. Hay mucho silencio, los pajarillos empiezan sus tonadas. Cada amanecer te hace sentir la presencia de Dios en la Naturaleza, me ayudan a contemplar Su majestad y ser agradecido.
Me gusta mucho ofrecer mi día y mi vida a Dios tan pronto abro los ojos. Quiero que mi primer pensamiento cada mañana sea su santo nombre. Le agradezco, estoy vivo, eso es un motivo grande para agradecer. Le digo que le quiero y le pido que me haga un buen hijo suyo.
Desde hace un tiempo para acá no le pido que me haga santo, comprendí que eso es como una “Misión imposible”. Sólo le pido que me permita conservar mi estado de gracia, tener el alma pura, para agradarle en todos mis actos y pensamientos. Quiero que esté contento con nosotros.
Al medio día sentí que me llamaba Jesús, no sé cómo explicarlo, sabes que es Él. Lo dejé todo y fui a la Iglesia. Cuando entré me detuve, había un entierro, una mujer joven había fallecido. Me quedé en la puerta para no interrumpir las plegarias. Recé por su alma y me llegaron estos pensamientos del Eclesiastés:
“Vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio. ¡Vanidad de vanidades!… : ¡todo vanidad!”(Eclesiastés 12, 7 -8)
“¿Esto es lo que querías mostrarme?”, pensé. Y comprendí. “La fragilidad de la vida”.
La vida es como un soplo sobre la tierra, y nada de lo que tengamos, nos podemos llevar al momento de la muerte. Realmente todo es vanidad. Terminas comprendiendo que lo único importante es una vida en Su presencia, hacerlo todo para GLORIA DE DIOS. Lo demás se perderá, sólo el amor va a perdurar, el amor con que hagamos las cosas.
Somos polvo que volverá a la tierra, pero también hijos de Dios con un alma inmortal. Deseo meditar en esta realidad durante la Cuaresma.
Hay mucho que debe cambiar en mí.
También voy a rezar por las benditas almas del Purgatorio. Son nuestras hermanas y necesitan tanto de nuestras oraciones.
Necesito liberarme de tantas cosas.
Quisiera aferrarme menos a lo material decidirme por Dios, comprender que “Solo Dios Basta”, no necesitamos más. Ser menos carne y más espíritu. Darle valor a lo que realmente lo tiene.
Reza por mí. Rezaré por ti. Caminemos en la presencia de Dios.
¡Dios te bendiga!
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