Hace poco me hicieron esa pregunta: “¿Qué personaje del Nuevo Testamento te gustaría ser, Claudio?” Es curioso, a menudo pienso en ello, me encanta hacerlo, sobre todo cuando me siento a reflexionar por las tardes y me imagino que puedo caminar al lado de Jesús, escucharlo, verlo por esas calles, sobre todo acompañarlo en devoto silencio, camino al calvario.
Hay muchos personajes que siempre me han llamado la atención: Lázaro, Simón de Cirene “el cirineo”, Zaqueo que lo hospedó en su casa, uno de los pastores que cuidaban su rebaño la noche que Jesús nació y recibieron la buena noticia de los ángeles que les aparecieron y luego fueron al establo a verlo y adorarlo. Y así, hay muchos que me gustaría ser.
Pero hay uno en particular con el que me identifico de maravilla y suelo reflexionar en lo que le tocó vivir. Se llamó Cleofás. Tuvo la experiencia de su vida, inolvidable, única.
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
Él les dijo: “¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?” Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: “¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?” Él les dijo: “¿Qué cosas?” (Lucas 24, 13-19)
En ocasiones me siento como ellos, desilusionado de la vida.
Camino cabizbajo, con el mundo encima, los problemas que no se van y me pregunto dónde está Dios. Resulta que lo tengo a mi lado, conmigo y no lo reconozco.
¿Te ha pasado alguna vez?
Lo que me encanta de este encuentro es cuando reconocen a Jesús y se dicen estas palabras pocas veces escuchadas:
“Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24, 31-32)
Me encanta cuando arde nuestro corazón por amor a Jesús.
Y tú, ¿lo has pensado alguna vez? ¿Has reflexionado en ello? ¿Qué personaje del Nuevo testamento te gustaría ser? Cuéntanos.
¡Dios te bendiga!
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“EL SAGRARIO” es un clásico de espiritualidad que “ENCIENDE los CORAZONES” en amor a Jesús Sacramentado. Escrito por nuestro autor Claudio de Castro
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