Este es un año particularmente especial para mí. En julio cumpliré 60 años. Nunca lo imaginé. Soy de aquellos que no han visto pasar el tiempo. Haces un alto y de pronto te ves como una persona mayor, a punto de llegar los 60. Es por ese motivo que esta Cuaresma ha sido tan intensa y fuerte en mi vida.
Cada cierto tiempo me detengo a pensar y reflexionar en lo que hago y he hecho con mi vida. Veo a cuántas personas hice daño, a los que de alguna forma ayudé, las veces que le fallé al buen Dios y las veces que le fallé incuso tratando de hacer bien las cosas.
Hay una constante en mi camino, en medio de tanto tropiezo, es el sagrario.
Mi vida ha girado en torno al sagrario porque sé con total y absoluta certeza que allí está Jesús, mi amigo, el amigo grande de la infancia.
Cada vez que le visito en las buenas y las malas siento que me espera con una sonrisa insuperable, y me mira como diciendo:
“Bueno Claudio, ¿qué hiciste esta vez?”
No puedo menos que sonreír y le cuento mis peripecias. Y me quedo en Su presencia hasta que retorna la paz y la seguridad que todo saldrá bien.
Cuando tu vida gira en torno al sagrario las cosas son diferentes. Sabes que si te hundes como Pedro en el agua, no tardará en llegar Jesús, te extenderá la mano y te sacará flote. No faltarán tampoco sus palabras preguntando: «¿Por qué has dudado?»Y es que conociéndolo, no hay motivos para dudar.
«…el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: “¡Señor, sálvame!” Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: “Hombre de poca fe, ¿por qué has vacilado?” (Mt 14, 30-31)
Lo sé, no debo dudar, y sin embargo lo hago.
He visto milagros patentes alrededor del sagrario, y cuando viene una prueba difícil, lo primero que hago es dudar. Sabiendo que con mis fuerzas nunca lograré vencer la adversidad, lo busco, voy al sagrario y entonces, todo cambia.
Es así como he logrado escribir y publicar tantos libros y llevarlos a muchos países.
No ha sido por mi inteligencia ni mi capacidad ni mis fuerzas.Pienso que se ha hecho porque Él lo ha querido, me ha tendido la mano y abrió las puertas que había que abrir. Él es así… ¡Genial! Y esto me encanta.
Es como dice esta hermosa canción: “Todo lo espero de Él”.