La Cuaresma está llegando a su fin.
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La gran TENTACIÓN es abandonar nuestro apostolado. Si lo haces dejarás de influir positivamente en muchas almas. El demonio lo sabe por eso se esfuerza tanto en que abandones tu lugar en la Iglesia de Jesús.
No nos sentimos dignos, o estamos incómodos al no sentirnos valorados o hay diferencias en el grupo o se ora muy poco… decae el entusiasmo… y esto nos impulsa.
He pensado mucho en un árbol enorme que cortaron hoy. Ha estado casi 100 años dando sombra y frutos. No ha querido sobresalir. Sólo estaba allí, donde una vez germinó su semilla. Y hoy lo cortaron. No pudo defenderse ni lo intentó.
Creo que debemos ser un poco como ese enorme y maravilloso árbol. Dios quiere que estés donde te encuentras, no para sobresalir o que te valoren, sino para cumplir su santa voluntad, que es amar y servir sin esperar NADA a cambio, ser ejemplo con tu vida.
Cada día parece que Jesús tiene menos amigos, no te sumes a esa lista. Al contrario, trabaja con alegría por el Reino. Haz lo que debes, donde Él desea que estés. Jesús te llama, te busca, te ama, necesita de ti. No lo dejes solo.
A menudo, cuando me desanimo, pienso en aquel buen sacerdote que un día decidió que era indigno y quiso abandonar su apostolado. Un amigo sacerdote le aconsejó: “Ve a un retiro espiritual, tal vez en el silencio, alejado del mundo, puedas escuchar la voz de Dios, saber lo que espera de ti”.
Siguió este consejo y se marchó a un retiro espiritual en un lugar solitario. El último día, antes de regresar a la ciudad caminó hasta unos riscos donde unos árboles daban una sombra refrescante. Se paró en medio de ellos y gritó: “¿Qué quieres de mí Señor?” Al instante una suave brisa lo envolvió, como un pequeño torbellino y escuchó una voz muy fuerte y clara que respondía: “Tú eres mío”.
No sé si te ocurre. En ocasiones, al pensar en mis defectos siento la tentación de alejarme de Dios. Me propongo dejar de escribir, dedicarme a otra cosa. Me sé indigno de tanta gracia. Es curioso, cada vez que me decido, siempre llega alguna persona que me habla de mis libros y estos escritos en Aleteia y me pide: “No deje de escribir”.
Estoy convencido que, si Dios quiere que hagamos algo, podemos lograrlo, hacer lo que nos pide, no abandonar nunca nuestra vocación y apostolado. Y aspirar a lo más grande, «la santidad».
Recuerdo haber leído estas palabras del Papa Benedicto cuando era cardenal: “Ser santo es vivir en la presencia de Dios, es hacerse amigo de Dios”.
Seamos amigos de Dios.
Deseo que renazca en ti el deseo de servir a Dios donde Él quiera que estés, y te decidas a amar a tu prójimo como a ti mismo, a pesar de todo y de todos.
¡Ánimo! No caigas en esta sutil tentación del demonio.
Vive para Dios. Vale la pena.
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Debes conocer a tu enemigo, enemigo de las almas y la humanidad, para poder defenderte, mantenerlo a distancia. En estos tiempos está muy activo, haciendo daño. Te invito a leer un libro que te muestra cómo: «EL MUNDO INVISIBLE»
Un libro católico, con aprobación eclesiástica, precedido de la polémica. El libro del que todos hablan, de nuestro autor Claudio de Castro
«Atrapa al lector desde la primera página».
«Tras la lectura de este libro fascinante, es inevitable la sensación que no estamos solos y que debemos volver la mirada a Dios».
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