Me encontraba tarde, rezando con fervor en aquel bello oratorio ante el Santísimo Sacramento. Ya sabes que me encanta visitar a Jesús en diferentes sagrarios y sorprenderlo. Sé que a Él le gusta saber que lo amamos. Creo que a todos nos agrada saber que somos amados.
En la mañana mi hermano me encomendó rezar a san José, pedirle por nuestras intenciones. Bien decía santa Teresa de Jesús “Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido”.
“Ayúdame buen San José mira que las cosas no van como debieran”. Le supliqué.
Imaginé escuchar en el fondo del alma una voz amable que respondía: «En el cielo las cosas son diferentes.»
De pronto, mientras rezaba, imaginé cómo debe ser el Paraíso, sin problemas, ni personas que te quieran hacer daño, ni sufrimientos o enfermedades. Todos viven sumergidos en el amor de Dios, maravillados por su majestad, bondad, misericordia y belleza.
Recordé las apariciones de la Virgen en Fátima. Los niños pastores le preguntaron de dónde venía y ella sonríe con dulzura y responde: «Soy del cielo». Al tiempo les hace comprender la urgencia de rezar los unos por los otros «Oren, oren mucho porque muchas almas van a infierno porque no tienen quién rece y se sacrifique por ellas».
Comprendo que debo rezar por otros, sobre todo por los que tienen problemas familiares, los enfermos, los grande pecadores, los que sufren (hay tantos) y las benditas almas del purgatorio (mis hermanas).
En algún lugar leí que cuando vayamos al Paraíso al encuentro de Dios serán las primeras que nos recibirán.
Son almas agradecidas y desde el cielo pasan intercediendo por ti ante Jesús. Saben que Él escuchará y atenderá sus ruegos. Es todo Misericordia y siempre escucha.
Imagina ese grupo enorme de almas del Purgatorio que puedes ayudar en este momento con tus oraciones. ¿Te animarías a rezar por ellas? Particularmente por aquellas que están abandonadas de todos, por las que nadie reza, las almas olvidadas.
Si alguien te dice que no existe el Purgatorio invitalo a leer el Catecismo de nuestra Santa Iglesia Católica que lo explica con claridad y da el sustento Bíblico.
(1031) La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. .
Hoy vine a este pequeño oratorio ante Jesús Sacramentado, me acordé de ellas y pensé escribirte.
Rezar por ellas es una obra de misericordia. Te mueres y llevas como pasaporte tus buenas obras que Él recibe feliz y te hace pasar al Paraíso. «Ven hijo”, seguro te dirá, “hace mucho te esperamos».
Recemos mucho por nuestras familias, y las almas necesitadas de oración, no te canses de rezar y pedir.
Y por favor, en tus oraciones no olvides a nuestras hermanas, las benditas almas del Purgatorio, llévales este consuelo.
Dios te bendiga!