Me he mantenido en silencio estos días esperando con ilusión el día de hoy, jueves santo. Es un día que para mí, lo cambió todo. He llegado a pensar que todos tenemos experiencias bellísimas al pie del sagrario, o acompañando a Jesús los Jueves Eucarísticos, pero los jueves santo es el mejor de todos.
Ocurrió hace algunos años. Visitaba los altares un jueves santo y en cada uno saludaba a Jesús, presente en esa hostia consagrada. Me sentía agradecido. Feliz. Sorprendido.
Quería consolar a Jesús, decirle que “le quiero”, en cada visita a una iglesia diferente. Que no se sintiera solo.
Es la noche en que sus palabras a sus discípulos en el Getsemaní, golpean con más fuerza:
“¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?”
(Mateo 26– 40)
Es la noche para estar con Jesús y que sepa que sí, podemos velar con Él una hora, y dos…
Te parecerá infantil. Yo en mi interior le digo que le quiero y le canto sin que nadie se percate, para que sepa que estoy allí, a su lado, con Él:
Bendito, bendito,
¡bendito sea Dios!
Los ángeles cantan
y alaban a Dios.
Los ángeles cantan
y alaban a Dios.
Yo creo, Jesús mío
que estás en el altar,
oculto en la hostia
te vengo a adorar.
Un día como hoy también recuerdo aquél sacerdote anciano con el que me confesé un domingo. Estaba postrado en una silla de ruedas, pero esto no le impedía pasar largas horas en el confesionario.
Aquél día lo vi triste, cabizbajo y me anime a preguntar:
— ¿Le ocurre algo padre?
Levantó la mirada sorprendido y respondió:
—Es mi cumpleaños y nadie me ha felicitado. Mi único familiar es una hermana, Vive en España y no me ha telefoneado.
Sonreí y exclamé en medio de aquella iglesia abarrotada:
— ¡Feliz cumpleaños padre!
Vi su mirada alegre en ese instante y añadí:
—Usted es nuestro padre espiritual y nosotros sus hijos. No está solo.
Desde que empieza el día le escribo a los sacerdotes que conozco y les agradezco por serlo y por tantos favores que nos hacen al gastar sus vidas por nuestro bienestar espiritual.
Hoy es un día especial. No dejes de agradecer al sacerdote de tu parroquia y decirle que no está solo.
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