Qué sorpresa nos hemos llevado. La tercera patrona de la Jornada Mundial de la Juventud, la Beata María Romero, era amiga personal de mi mamá en Costa Rica.
Tan pronto anunciaron los nombres de los que serían patronos de la JMJ en el 2019 me telefoneó mi mamá muy emocionada. Su amiga y confidente de años a quien conoció siendo una jovencita que fue a pedirle consejos, era patrona de la Jornada Mundial, que va a realizarse en Panamá en el 2019.
Mi mamá (Maria Felicia Soto) era una estudiante y terminó trabajando como voluntaria, los domingos, en las obras sociales de sor María. El primer milagro de los miles que recibió esta monja salesiana de parte de Dios, a través de María Auxiliadora, le ocurrió mi mamá y está registrado en las crónicas de aquella época.
El impacto de Sor María Romero en mi familia fue tan grande que participó en la conversión de mi papá un par de años antes que muriera.
Siempre recuerdo que en casa nos contaban de ella muchas cosas sobrenaturales. Las rosas que se inclinaban a saludarla cuando les rociaba agua en su famoso rosal que aún permanece. Las levitaciones cuando oraba frente a la cruz. Sus visitas diarias para consentir a Jesús en el sagrario, a quien le llevaba rosas frescas de su jardín. Los milagros cotidianos. La vuelta a la fe y la forma maravillosa como recuperaron la esperanza perdida cientos de personas que acudieron a ella en busca de un consejo.
Las sanaciones se dieron por cientos y aún hoy se dan.
Estos son algunos de sus pensamientos:
“¡Oh, Jesús! Enséñame a hablar, a trabajar y a vivir sólo en tu amor y por tu amor.”
“La religión es la ciencia de la verdad, la ciencia divina, que nos lleva al conocimiento y al amor de Dios. Como cristianos, tenemos la obligación de estudiarla para mantener encendida la lámpara de la Fe.”
Oración que hizo en el día de sus bodas de oro (50 años) de su profesión religiosa:
“Intercambio feliz: A cambio de mi padre, te me has dado a ti mismo; a cambio de mi madre, a la Santísima Virgen; a cambio de mis hermanos y hermanas, a los santos; a cambio de mis amigos, a los ángeles; a cambio de mi patria, todo el mundo y después, el cielo; a cambio de mi voluntad, la tuya; a cambio de mis comodidades, el reposo y el abandono en tu corazón; a cambio de mis riquezas materiales, las riquezas espirituales; a cambio de mis satisfacciones terrenas, las delicias espirituales y, abrazando la cruz, encontrarte y así vivir y morir contigo, para gozarte eternamente.”
“La oración es para el alma lo que el aire para los pulmones.”
Te comparto la entrevista que le hice a mi mamá algunos años atrás en una emisora de radio. Hablamos de sor María y las aventuras que vivió junto a esta extraordinaria que amó con todas sus fuerzas a Jesús y María, y gastó su vida por los más necesitados, creando en san José Costa Rica La Casa de María Auxiliadora.
Mi mamá descubrió con sor María Romero, el amor de María Auxiliadora. Y nos ha marcado a todos en la familia:
“NO ESTAMOS SOLOS. Todos tenemos una MADRE en el cielo, que nos cuida y vela por nosotros”.
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