Hace apenas unas semanas me encontraba charlando con Jesús Sacramentado en un pequeño oratorio cercano a mi casa. Sentía algo diferente en esta visita, como un temor. Presentía que se aproximaría un largo vacío en mi vida, sin ver a Jesús, sin poder visitarlo a diario como estaba acostumbrado.
Traté que esta visita fuese especial. Le dije que lo quería, que se quedara conmigo.
Veía lo que ocurría en otros países donde cerraban las Iglesias. No podía imaginar que eso ocurriera en Panamá.
Jesús nos dijo: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.» (Juan 6, 35). ¿Nos privaría el mundo del pan de vida en el momento que más lo necesitamos? Yo quiero ese pan de vida eterna, Señor, quiero comulgar, tenerte conmigo, en mí, que habites en mi pobre alma.
NO ME ABANDONES NUNCA SEÑOR. NO ME DEJES SOLO.
Debo disculparme contigo. No he podido evitar que unas lágrimas brotaran de mis ojos y rodaran por mis mejillas. Esto que vivimos en el mundo, esta terrible Pandemia, es cruel. Se lleva a nuestros adultos mayores, nueestros abuelos, que son la memoria histórica del mundo, los custodios de la fe en las familias.
He pensado las veces que visité a Jesús Sacramentado en un sagrario, indiferente, apurado, con cientos de pensamientos dentro de mi cabeza, sin tenerlo a Él como centro de mi vida y mis anhelos.
Saber que Jesús ahora permanece solo en tantos sagrarios es doloroso. Mi amigo, mi mejor amigo de la infancia. Estoy enviando a mi Ángel de la guarda para que le haga compañía. “Anda, por favor Ángel mío, visita a Jesús en aquél sagrario. Hazle compañía, dile que le quiero”.
Le pido grandes favores en esta cuarentena, seguro que me escuchará. Es un gran amigo y compañero del camino de la vida. He experimentado su presencia y protección a lo largo de mi vida. Y no me canso de recomendar a todo el que puedo: “Confíale tus dificultades a tu Ángel Custodio. Ha estado contigo desde que naciste. Él sabrá ayudarte”.
Esta mañana participaba de una Hora Santa en vivo desde mi ordenador portátil. Fue maravilloso estar nuevamente con Él, frente a Jesús Sacramentado. “Jesús, no puedo ir a verte, ¿vendrías tú esta vez a mi casa para verme?”, le imploré.
Al instante experimente un gozo sobrenatural una paz que me llenaba el alma y se desbordaba. Lo imaginé sentado a mi lado, sonriendo feliz, dándome un fuerte abrazo. ¡Qué alegría Señor!
En estos días de cuarentena, iniciando la Semana Santa, no dejes solo a Jesús. No podemos salir de nuestras casas, pero nada limita nuestras oraciones y nuestro amor.
Dile que le amas, que nos perdone tantas ofensas a Dios, y que restare la paz del mundo.
Vivimos un tiempo en que debemos clamar MISERICORDIA, hasta que Dios nos escuche, vea nuestros corazones arrepentidos y nos conceda librarnos de este mal.
¡Ánimo! No tengas miedo. Dios va con nosotros.
……………
Debemos aferrarnos a la oración, necesitamos perseverar, que Jesús nos escuche. Para ayudarte, te recomendamos el NUEVO libro de nuestro autor católico Claudio de Castro “EL PODER DE LA ORACIÓN CON FE”, renovará tu vida y será una voz de esperanza en este tiempo de prueba.

Es muy fácil de obtener. Haz “CLIC” en el enlace bajo el país que te corresponde.
LATINOAMERICA Y ESTADOS UNIDOS
Digital / IMPRESO
MÉXICO
DIGITAL