Te acercas al Sagrario y tu vida cambia. Así cambió la mía hace 25 años. Allí estaba Jesús, mirándote desde aquél sagrario, con tanto amor, que era incomprensible para mí.
En un instante, supe que me amaba.
Cuando te acercas al Sagrario experimentas su amor infinito y recibes gracias y consuelos que no esperabas.
En el sagrario están nuestra esperanza, nuestras alegrías.
Nunca dejo de sorprenderme. Allí encuentras al Hijo de Dios, todo amor y misericordia, escondido en un pedacito de pan. Es algo que impacta el alma.
Suelo visitarlo con frecuencia. Le quiero mucho. Es mi mejor amigo. Desde que era niño solía ir a ratos y pasarla con Él. Así descubrí a un Jesús alegre, jocoso y hasta bromista. En ocasiones le descubrí triste por nuestros pecados, ilusionado por mi visita, con un deseo irresistible de darnos las gracias que necesitamos para seguir adelante por la vida.
“Contigo no se puede”, suelo decirle.
Bromea y responde:
“Contigo no se puede Claudio”.
Me sonrío por sus ocurrencias.
“Jesús… gracias”.
“Claudio… gracias”.
Mi vida gira en torno al Sagrario. Salgo a visitar algunos clientes y de pronto siento que alguien me llama. Miro a la derecha y hay una hermosa iglesia. Me desvío unos minutos de mi ruta y le voy a visitar.
Cada vez son más las personas que descubren su presencia en los sagrarios del mundo. Los veo llegar, se arrodillan y rezan con gran devoción. Y son tocados por Su Amor. Es maravilloso.
A todo el que puedo le recomiendo:
“Visita a Jesús en el Sagrario”.
“¿Y cómo sé cuándo Él está allí, presente?”
“Suele haber una lamparita con luz roja encendida, esa es la señal. Te indica que allí está Jesús”.
A menudo me escriben lectores contándome cómo uno de mis libros les ayudó en un momento crucial de sus vidas. Los remito al sagrario, para que le agradezcan a Jesús. Y les pido este gran favor: “Cuando vayas, dile a Jesús que Claudio lo quiere mucho, que le mando saludos”.
Me encanta enviarle estos mensajes de amor de diferentes países, sorpresivamente. Sé que no es posible sorprenderlo, lo sabe todo, pero igual me ilusiona hacerlo. La semana pasada recibió mis saludos en Israel, Argentina, Chile, Costa Rica y Roma.
Ya imagino su sonrisa.
“Este Claudio tiene unas cosas…” seguro se dirá. Pero, ¿qué puedo hacer? Él le ha dado sentido a mi vida.
¿Me harías tú ese favor?
No sé de qué país lees estas palabras.Visita a Jesús en el sagrario.
Deseo consolar su Sacratísimo Corazón con estos pequeños mensajes de amor, que sepa que lo queremos mucho. Que hay millones de personas alrededor del planeta, que lo aman. Y constantemente repiten:
“Te amo Jesús. Yo siempre te amaré”.
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