Cuando era un niño vivía en una pequeña ciudad costera de Panamá llamada Colón. Los días previos a la semana Santa nos llevaban a un gran estacionamiento vacío, en el que habían colocado cientos de sillas y una enorme pantalla al fondo. Pasaban allí películas en blanco y negro sobre la vida de Jesús. Recuerdo que el lugar se llenaba cada noche y todos salían admirados, sorprendidos y a veces adoloridos en el alma por todo el sufrimiento que pasó Jesús. Una escena en particular se grabó en al corazón de muchos, incluyendo el mío infantil. Cuando Pilatos lo interroga: “«Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?»”
Y Jesús responde: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí” (Jn 18, 36).
“Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”(Jn 18, 37)
Hoy es la gran Festividad, la solemnidad de CRISTO REY. Festejamos al Rey de Reyes. Muchos han muerto por su causa, como José Sánchez del Río, el niño cristero de 14 años, asesinado por oficiales del gobierno ante su negativa a desistir de su fe. Testigos presenciales relatan su tormento. Entre otras cosas le rebanaron las plantas de los pies, pero no claudicó. Antes de ejecutarlo, sus verdugos le preguntaron: “¿Qué quieres que le digamos a tus padres?” Y él contestó: “Que viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos”.
Tengo un amigo que siempre anheló morir por Cristo, perseverar en la fe, a pesar de todo. Pasar por el martirio.
En España, sacerdotes y seminaristas murieron por causa de su fe al grito de “VIVA CRISTO REY”. Nadie recuerda a sus verdugos y pocos a los que propiciaron la persecución, pero todos recuerdan el valor y la fe que demostraron al preferir la muerte antes que renegar de Jesús.
Recuerdo también a los 41 seminaristas CLARETIANOS de Barbastro que murieron perdonando a sus asesinos, gritando al mundo: “¡Viva Cristo Rey!”
¿Qué harías tú en su lugar?
Yo, por lo pronto, saldré a la puerta de mi casa y gritaré con júbilo a todo pulmón: “¡VIVA CRISTO REY!”
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