Un santo comentó que “el demonio te quita la vergüenza para que peques y te la devuelve cuando te vas a confesar”. Es muy astuto. Te endulza el pecado, lo hace ver tan agradable. Un momento de alegría que pasa como un suspiro y te deja el alma herida.
Su envidia y odio por la humanidad no tiene límites.
“…mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Sabiduría 2, 24)
Suelo decir que el demonio no es malo, es malísimo. Recuerdo cuando decidí escribir mi libro “El Mundo Invisible” para exponerlo al mundo. Pensaba. “¿Cómo vamos a defendernos de quien nos hace daño si no lo vemos y no creemos en su existencia?” Es como darle un palo a tu enemigo para que te golpee a gusto.
Una mañana me senté a escribir y un rollo pesado de cinta adhesiva que tenía sobre mi escritorio se levantó solo en el aire, salió volando frente a mí y terminó por golpear la pared del fondo. Me sentí feliz. “Este libro va a esta bueno”, me dije “ayudará a muchas personas”. Y así ha sido, no me equivoqué.
El demonio no desea que te confieses y recuperes tu estado de gracia. Tiene dos estrategias muy simples: “Hacer que peques más, que te aferres a ese pecado y quedes encadenado. O sembrar en ti tal vergüenza por lo que estás haciendo que vas a querer ocultarlo de todos y jamás confesarte con un sacerdote.
“¿Qué pensará el cura si le digo lo que hice?” es el pensamiento recurrente. “Me da mucha vergüenza”. Y con esa vergüenza se van lejos cargando ese terrible pecado que los atormenta y ensucia sus almas, haciéndolos presa fácil del demonio.
Tranquilo, el sacerdote ha escuchado casi todo lo que se puede escuchar de un penitente. Y tiene la obligación de guardarlo en secreto.
La vida es una lucha constante. ¿Caes? Nada pasa, todos caemos, somos humanos. Lo que debes hacer es levantarte enseguida y correr al confesionario, buscar el sacramento de la reconciliación.
Y al que te diga que no te confieses con un sacerdote, no lo escuches. Jesús le dio el poder de perdonar los pecados a sus apóstoles y así hasta nuestros días con los sacerdotes. Está en la santa Biblia: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a quienes se los retengan, les quedarán retenidos” (Jn. 20, 22-23).
¿Qué hacer pues con ese pecado vergonzoso? Confiésalo de primero.
Quítate de la espalda aquellos pecados que pesan más y te hacen andar con el alma muerta. Y así todo será sencillo.
¡Ánimo! Si aún no te has confesado, te invito a hacerlo. No permitas que el demonio te esclavice con ese pecado. Tú puedes salir adelante. No te dejes.
¡Dios te bendiga!
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Es fundamental conocer a tu enemigo, enemigo de las almas y la humanidad, para poder defenderte. Te invito a leer un libro que te muestra cómo mantenerlo a distancia. Es : “EL MUNDO INVISIBLE”
“Escribí este libro para exponer al demonio, que todos reconozcan su existencia, tiene testimonios muy edificantes”.
“El libro es sobre la actuación del maligno, con varios ejemplos. Sencillo para el entendimiento de cualquier persona y con letras grandes. Fácil de leer” (un lector).
Es un libro católico, con aprobación eclesiástica, precedido de la polémica. El libro del que todos hablan, de nuestro autor Claudio de Castro
“Tras la lectura de este libro fascinante, es inevitable la sensación que no estamos solos y que debemos volver la mirada a Dios”.
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