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Anoche visité a mi mamá y estuvimos conversando sobre su profunda devoción por María Auxiliadora y cómo la Virgen a intervenido en nuestra familia para cuidarnos y protegernos de muchos males.
Una vez te conté que aprendí a rezar el Rosario con el ejemplo de mi abuelita, la llamaba con cariño “Mamita”, porque era una segunda madre para mí. Cada verano viajábamos mis dos hermanos, mi mamá y yo de niño a Costa Rica para pasar una temporada en la casa grande de madera de mi abuelita.
Eran buenos tiempos en aquél san José, cuando podías caminar con seguridad, el clima era muy agradable y la vida era sencilla.
Cada tarde mi abuelita me entregada unas monedas para que fuera a la panadería “La Espiga de Oro” que quedaba a la vuelta y me pedía comprar panecillos recién horneados y galletas de harina, deliciosas para comer con mantequilla.
Cuando regresaba de la panadería, la encontraba en su cuarto rezando el santo Rosario, Al terminar bajaba al comedor y todos tomábamos café acompañado del delicioso pan untado con mermelada casera.
No sé por qué repito tanto esta historia, creo que la he publicado innumerables veces, por la nostalgia. Me hacen mucha falta el amor y el cariño maternal de “Mamita” mi abuelita bella y dulce.
Todo aquél que de niño pasó una temporada en casa de sus abuelas comprenderá mi nostalgia y entusiasmo al recordar esos bellos días de la infancia.
Hace poco publiqué un artículo en Aleteia preguntado a los lectores dónde rezaban el Rosario. No tienes idea la cantidad de respuestas impresionantes que recibimos. Voy a escribir un artículo para compartirte algunas. Todas fueron increíbles. Y me sentí feliz al ver cómo esta bella devoción cada día crece más entre el pueblo católico que ama a la Madre de nuestro Salvador.
En estos tiempos de zozobra con el Coronavirus y tantas otras incertidumbres, los católicos del mundo debemos hacer aquello que de niños nos enseñaron, confiar en Dios, amar a todos, perdonarlo todo, vivir en la gracia de Dios, ayudar a todos, llevar vida sacramental y rezar con profunda devoción. En pocas palabras, hacer lo que agrada a Dios.
Estos son tiempos para que en Familia se rece, en todas las casas, el Santo Rosario.
No temas acudir a la Virgen María en estos tiempos de zozobra. Invítala a tu hogar. Reza el santo Rosario en FAMILIA. Pide su protección maternal. Te recuerdo estas palabras extraordinarias de Don Bosco: “Acudid a María Auxiliadora y veréis lo que son los Milagros”.
¡Dios te bendiga!
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