La Cuaresma está llegando a su fin.
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Cuando estaba joven tenía un amigo que soñaba con el martirio, dar la vida por nuestra santa fe, por «amor» a Jesús, ser digno de tan grande sacrificio. Recuerdo que una vez lo comenté en mi trabajo a un grupo de colaboradores.
―Tengo un amigo que sueña ser mártir y ha pedido que el día de su muerte hagan una gran celebración.
Una de las jóvenes que escuchaba se alarmó y preguntó:
― ¿Por qué? ¿Tan mal le va?
Tuve que aclararle.
―Al contrario, le va muy bien, tiene su familia, un trabajo estupendo y es feliz. Pero sueña con entregar algún día su vida por amor a Jesús, a quien quiere mucho.
Ese día recordé un versículo de las Escrituras: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”. (Juan 15, 13)
Te cuento esta anécdota por algo muy interesante que ocurrió ayer. Estaba en misa de las 6 de la tarde y el sacerdote durante su homilía nos hablaba del mandamiento del amor “Amar al prójimo como a uno mismo”.
De pronto se detiene, nos mira detenidamente.
―Quisiera hacerles una pregunta. ¿Cuál de las presentes estaría dispuesta a dar la vida por su esposo? Levanten la mano.
Muchas mujeres levantaron la mano. Y continuó.
―Muy bien. Felicidades a las esposas. Ahora otra pregunta. ¿Cuántos esposos estarán dispuestos a dar la vida por su esposa?
Muchos hombres levantaron sus manos indicando su determinación.
―Bravo. Y, ¿cuántos aquí presentes darían la vida por su mamá o sus hermanos?
Nuevamente se levantaron una gran cantidad de manos en la Iglesia.
―Ahora pregunto. ¿Cuántos de los presentes estarían dispuestos a dar la vida por un drogadicto?
Ninguna mano se levantó.
― ¿Cuántos de los presentes estarían dispuestos a dar la vida por alguien que los ofendió y les hizo daño?
De nuevo, ninguna mano se levantó.
― ¿Cuántos de los presentes estarían dispuestos a dar la vida por un criminal?
Nadie levantó la mano.
En ese momento el sacerdote se voltea y señala la enorme cruz del fondo, con Jesús crucificado.
―Él no solo lo haría, lo hizo. Dio su vida por ellos. Y por nosotros también. ¿Ahora comprenden? No hay amor más grande.
En ese momento me di cuenta lo ingrato que he sido con Jesús, Él amándonos y yo ofendiéndole.
“Perdóname Señor.
Me prometí visitarlo con más frecuencia en el sagrario, que no se sienta solo, olvidado por una humanidad que poco lo ama.
Me prometí tenerlo contento con mis actos y mi vida.
¿Irás al sagrario a verlo? ¿Puedo pedirte un gran favor?
Cuando vayas dile a Jesús: «Claudio te manda saludos».
¡Dios te bendiga!
…………
¿Conoces el libro “EL SAGRARIO?” Lo escribípara ayudarte en tus visitas a Jesús en el sagrario, para que puedas conocerlo y amarlo más. Me ilusiona que lo conozcas y lo visites a diario. Y le digas que le quieres.
“EL SAGRARIO” es un clásico de espiritualidad que «ENCIENDE los CORAZONES» en amor a Jesús Sacramentado. Escrito por nuestro autorClaudio de Castro
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