Ayer fui a misa de 6:30 p.m. Reflexioné mucho en lo que nos han pedido de saludar con amabilidad sin estrechar manos ni dar abrazos, al momento de la paz durante la misa y de comulgar en la mano.
La verdad, siempre he sentido temor de recibir a nuestro buen Jesús en la mano, porque no soy digno de tocar su cuerpo y me da miedo que al hacerlo deje caer alguna partícula. Cada una «por pequeña que sea» contiene nuestro Señor.
Cuando voy a misa y veo que el sacerdote tiene un acolito que usa la patena para ayudarlo al momento de la comunión me siento feliz. He notado en la patena cantidad de pedacitos de hostia consagrada. Y pienso cuántas caen al piso y las pisoteamos sin querer al acercarnos al sacerdote para comulgar CUANDO NO SE USA LA PATENA.
Me gusta mucho decirle a Jesús que lo amo a medida que me acerco a comulgar.
“Jesús te amo”, le digo y le repito. Cuando estoy frente al sacerdote lo veo en aquellas blancas hostias, consagradas por las manos del sacerdote y le digo nuevamente: “Te amo Jesús, gracias por permitirme esta santa comunión”.
Ayer decidí comulgar en la mano en vista de la situación que estamos viviendo en Panamá. Me entró una gran inquietud. ¿Hago lo correcto? ¿Y si dejo caer una partícula?
Siempre que tengo estas dudas me parece escuchar a Jesús, mi amigo de la infancia quien me dice: “Ven Claudio, te estoy esperando”. Y me animo y me entra una PAZ sobrenatural que me gustaría permanezca siempre en mí.
Me acerqué al sacerdote y coloqué mi mano izquierda y lo recibí.
“Oh mi pequeño Jesús, te quiero”.
Comulgué y me detuve unos segundos frente al sacerdote para revisar cuidadosamente la palma de mi mano, estaba limpia.
Al regresar a mi puesto, iba con la mano colocada sobre mi corazón. Había tocado a mi Señor. Quería que permaneciera siempre en mí, convertirme en un sagrario vivo.
Han surgido muchas inquietudes sobre la comunión en la mano, yo mismo, indigno de tocar a Dios, las tengo. Y cuando esto ocurre suelo ir donde un sacerdote para que me oriente. Tienen la sabiduría que dan los años, el estudio de las escrituras y su formación sacerdotal.
Un sacerdote amigo el Padre Teófilo Rodríguez, me envió este video justamente cuando pensaba en ello. Son las Dioscidencias que me encantan. Y lo comparto contigo.
Oremos, tengamos a Dios presente en nuestras casas, nuestros trabajos y nuestras familias.
¡Dios te bendiga!
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¿Conoces el libro «EL SAGRARIO»? Lo escribí para ayudarte a conocer y amar más a Jesús en el sagrario, y que puedas tener una relación personal con el el Amor de los amores. Me ilusiona que lo conozcas y lo visites tan pronto salgamos de esta cuarentena. Y le digas que le quieres, una y otra vez.
Él te va a ayudar. Te lo aseguro.

“EL SAGRARIO” es un clásico de espiritualidad que «ENCIENDE los CORAZONES» en amor a Jesús Sacramentado. Escrito por nuestro autor Claudio de Castro
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