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En estos días difíciles, no temas acudir a María, la madre de nuestro Salvador.

Claudio de Castro - publicado el 18/12/20

Cuando era niño mi mamá nos dijo a nosotros, mis dos hermanos y a mí qué teníamos una madre en el cielo. “Acudan a ella siempre el momento de dificultad. Ella los va a proteger, escuchará sus oraciones y atenderá sus peticiones”. Y nos enseño esta oración que solía rezar la sierva de Dios sor María Romero Meneses, en Costa Rica:

“Pon tu mano, Madre mía, ponla antes que la mía. María Auxiliadora, triunfe tu poder y misericordia. Líbrame del demonio y de todo mal y escóndeme bajo tu manto. Amén”.

“Estad seguros de que cuanto más puras sean vuestras miradas y palabras, tanto más agradaréis a la Virgen María y mayores gracias os obtendrá Ella de su divino Hijo y Redentor nuestro”, escribió don Bosco.

Hay personas que te dicen que Jesús es el único intercesor ante Dios, es cierto, pero nosotros los católicos y el mundo entero tenemos a la Virgen, la llena de gracia, la Inmaculada Concepción, María Auxiliadora como la gran intercesora ante su hijo Jesús, sabiendo con certeza que su hijo jamás le negará nada.

En san Juan 2 podemos leer cuando Jesús convirtió el agua en vino en aquel matrimonio. Lo hizo a petición de su madre. Ella solo tuvo que decirle: “No tienen vino”.

Podemos imaginar la mirada de ternura con que lo vio. Eran dos corazones tan unidos que seguro ni eso necesitaban decirse, bastaba una mirada de amor entre madre e Hijo.

Parece que a Jesús no le gustó mucho la petición. “Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora”.

La Virgen no discutió con Él. Sencillamente: “Su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.»”

Ya no hay más nada que decir, habló la madre y cuando una madre habla el hijo escucha, así de sencillo. Y Jesús es el mejor de los Hijos.

Por tanto, no temas acudir a María, es la gran intercesora ante Jesús. Yo he experimentado su protección maternal a lo largo de mi vida. Es maravilloso.

No está escrito en la Biblia, pero me atrevo a especular que esa no fue la única vez que ocurrió. La Virgen siempre solicita por las necesidades de los demás, seguro le habrá pedido favores por otros con grandes necesidades. Una madre que le llevó un hijo enfermo, un padre que pide por su madre.

Cuando alguien le ha llevado un niño enfermo ella seguramente habrá dicho a la mamá para tranquilizarla: “yo soy madre como tú” y le habrá pedido a Jesús: “Hijo mío, atiéndela por favor”.

En estos momentos de dificultad que vive el mundo debemos recordar que tenemos una madre en el cielo, que vela por nuestras necesidades y que a ella podemos acudir confiados.

Imagino a Jesús cercano a nosotros, sonríe feliz y nos dice con picardía: “¿Qué les puedo decir? Acudan a ella, es mi madre y yo la quiero mucho”.

“Nosotros también la queremos Jesús, nunca podremos quererla más que tú pero la queremos muchísimo y acudiremos a ella, rezaremos el Rosario que tanto le agrada y con ella nuestro lado iremos por el mundo, sabiendo que al final su Inmaculado Corazón triunfará.”

¡Que viva la Virgen María!

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