Era un domingo a las 10 am. Una señora salía de la capilla del sagrario con pasos largos. Se le notaba afligida. Tenía una mesita con mis libros en el pasillo de la Iglesia. La vi pasar y la llamé:
—Disculpe. ¿Me permite obsequiarle un libro?
Asintió.
Tomé el primero que tenía a mano y se lo entregué.
Parecía llevar prisa y se marchó.
Meses después asistía a un evento católico donde presentaba mis libros. En eso escucho que me llaman:
— ¿Claudio de Castro?
Bromeando respondí:
—Inocente hasta que se pruebe lo contrario.
—Verá usted —me dijo la señora con una amplia sonrisa en el rostro —. Meses atrás salía yo del sagrario en el Santuario Nacional del Corazón de María. Iba muy acongojada. En el pasillo usted por algún motivo me llamó y me obsequió un libro. Yo venía de pedirle a Jesús en aquel sagrario que me enseñara a perdonar. Necesitaba desesperadamente perdonar a una persona.
Introdujo su mano en la cartera y sacó el libro. Se veía gastado.
—Después que usted me lo entregó me marché a casa y fue entonces que le presté atención. No podía creerlo. Se titulaba “El Camino del Perdón”. No he parado de llorar por la emoción que esto me produjo. Leí su libro varias veces y quiero que sepa que pude perdonar. Al fin mi alma está en paz. Soy feliz. Y quería agradecerle.
Me miró con curiosidad y añadió:
— ¿Cómo supo que necesitaba ese libro?
Le respondí:
— ¿El libro? No tengo idea. Fue el primero que tomé, pero sabía que era para usted.
Entonces le dije lo que siempre respondo, consciente de quién es Aquél que da las gracias.
—Eso de agradecer, no es a mí. A quien tiene que dar las gracias es a Jesús en el sagrario, yo sólo escribo. Él lo hace todo. Es quien nos escucha y nos brinda abundantemente lo que necesitamos.
Quedé sorprendido por esta historia y me sonreí para mis adentro.
Me dije:
—Te la sabes entera Jesús.
Curiosamente El Camino del Perdón es el libro que más me piden después de El Sagrario. Y también el que más me ha costado escribir.
Todo el que ha perdonado de corazón a una persona que le ha hecho daño podrá comprenderlo.
Para escribir debo vivirlo primero. Con este libro viví una experiencia desoladora y aprendí el valor terapéutico del perdón.
El perdón te alivia el alma, te acerca a Dios que es Amor.
He notado que cada vez que una persona se me acerca para contarme que ha sido capaz de perdonar, lo hace con una espléndida sonrisa y un gozo sobrenatural que se le desborda.
¿Qué te recomiendo?
Perdona y verás cómo tu vida retoña, cambia, y vuelves a empezar.
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