Mi vida gira en torno al sagrario.
No me avergüenza decirlo, gritarlo, contarlo a todos. Allí está Jesús mi gran amigo, mi mejor amigo.
Ayer pasé un rato con Él. Le decía:
—Me encanta hablar de ti. Es algo que disfruto mucho.
—Y a mí me encanta que hables de mí —parecía responder.
Le he pedido una gracia muy particular.
—El día que muera quiero que salgas a mi encuentro, me sonrías y me des un gran abrazo.
Es como si sonriera a gusto con esta petición inusual y respondiera:
— ¿Dos por el precio de uno?
Jesús es un bromista de primera. Siempre alegre, siempre dispuesto, siempre esperando nuestra visita.
Me encanta tener estos diálogos imaginarios con Jesús. Me ayuda a sentirlo cercano, sentado a mi lado. Me basta cerrar los ojos para verlo.
Qué momentos más extraordinarios.
Puedes decirme que exagero. Cuando se ama nunca se exagera, nunca es suficiente, todo es Amor que se suma al amor.
Hace poco vi una persona rezando con gran devoción. Me llamó la atención tanto amor hacia Jesús en el sagrario. Cuando salí del oratorio la vi afuera y me acerqué. Le di las gracias por amarlo tanto y le dije: “Jesús te conceda lo que le pides con tanto fervor”.
Sonrió y respondió:
“Dios lo escuche hermano.”
Cada día más personas descubren lo estupendo que se pasa ante Jesús escondido en los sagrarios del mundo.
Un día llegué a verlo. Me gusta pasar a saludarlo y cuando conduzco el auto suelo detenerme en diferentes iglesias para sorprenderlo.
“Aquí estoy Jesús”, le digo.
En una de esas hermosas iglesias encontré una joven que se me acercó para decirme:
“Quiero que sepa que desde que visito a Jesús en el sagrario, mi vida ha cambiado. Soy otra persona. Más alegre, serena, tengo paz. Los problemas siguen, pero mi actitud ante ellos es otra. Es verdad lo que usted dice. Jesús es un gran amigo”.
Me gusta mucho cuando voy a un oratorio a visitarlo, rezar por las personas que allí se encuentran. Cada cual va por un motivo diferente. Le pido a Jesús por cada uno, por el mundo, los grandes pecadores, por mi familia y por mí, que tanto necesito de su Amor.
Él, como siempre, ante cada visita responde:
“Aquí estoy Claudio. Aquí estoy”.