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En noviembre me retiré de los diferentes grupos y redes sociales (Facebook, LinkedIn, etc.) para dedicarme a una búsqueda que no podía aplazar. Algunos curiosos lo comentaron. Me escribieron y preguntaron.
«Te busqué en Facebook. ¿Por qué cerraste tu cuenta?»
«Emprendo un viaje, una búsqueda», les respondía.
Amigos, que han recorrido el Camino de Santiago, conocen muy bien ese sentimiento.Es como una urgencia de abandonarlo todo y salir en búsqueda de Dios. No importa la distancia, ni el tiempo que emplees, tu recompensa está en el Camino, esperando por ti.
Lo he buscado y lo busco en la oración, el silencio. Y camino inquieto preguntando:
“Mi corazón de ti me habla diciendo: «Procura ver su faz». Es tu rostro, Señor, lo que yo busco, no me escondas tu cara” (Salmo 27, 8-9)
Hago silencio para escuchar al Padre que es silencio y dulzura, que nos habla a través de todo sin necesidad de hablar, y se deja sentir sin tocarlo… que te envuelve y sumerge en su amor.
Sus caminos son sorprendentes. Cuánta dulzura hay en ellos.
En medio de estos caminos encuentras dónde reposar y recuperar tus fuerzas.
En cada recodo percibes su amor que te llama y te busca. Es como un abrazo, sí, como si Él abrazara tu alma y la llenara de gracias y alegrías.
He descubierto cosas sorprendentes y estoy agradecido. Son tantas cosas que jamás terminaría de describirlas. Hablo de la eternidad. Del amor. El perdón. De encontrar lo verdaderamente valioso en esta vida. De su presencia amorosa.
Quería hablar con Dios. Y me di cuenta que es este Amor el que te habla y te abraza de formas inimaginables.
Su amor te sacude el alma y te impulsa a seguirlo.
¿He superado los problemas? No. Enfrento a diario muchas dificultades. Igual que cualquier padre de familia (tenemos Vida, mi esposa, y yo 4 hijos maravillosos). No estoy exento de ellos. Y me doy cuenta que este mundo de ruidos me aleja del silencio tan anhelado.
En esos momentos voy a un oratorio donde me espera Jesús.Aquí estoy al momento de escribirte. Con Jesús ante el sagrario. Es sorprendente. Sabes que Él está allí.
¡Dios santo! ¡Es Él! ¿Cómo no impresionarme?
Estando ante el Sagrario comprendo que todo saldrá bien. Que no debo preocuparme.
Ahora puedo continuar el camino.
Él irá conmigo, contigo.
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Te invitamos a conocer la página de nuestro autor Claudio de Castrodonde podrás leer sobre su vida y aventuras en torno al sagrario.