Es algo que nunca termino de entender. Paso mis días en familia, escribiendo y reflexionando en las cosas de Dios. Tratando de comprender. Conocerlo, para amarlo.
Cada libro que he escrito ha sido una situación difícil que he tenido que enfrentar.Es interesante porque sé que debo encontrar una salida. En un principio no tengo idea qué hacer, pero a medida que pasan los días y salgo adelante, me siento a escribir y relatar lo que vivo, y lo que hago en ese momento.
Cuando todo se normaliza, termino el libro.
Una vez una señora se acercó a la mesa donde exhibía mis libros y me dice: “Usted por estar cerca de Dios seguro tiene una vida sencilla, sin complicaciones”. Sonreí con amabilidad y respondí: “Mire mis libros. Cada uno es una experiencia que he tenido que vivir. Suelo decirle al buen Dios… “pídeme que escriba sobre tal tema y con mucho gusto lo hago”. Pero no me hace caso. Él tiene su visión diferente a la mía. Es su pedagogía. Y tengo que aceptarla”.
Ocurre que de tiempo en tiempo me sumerge en una pequeña noche de oscuridad, la noche oscura del alma, en la que no le siento ni sé de Él. A veces, lo confieso, me desanimo, pero de pronto me doy cuenta que es una prueba, sólo eso, una prueba; y que debo caminar en la fe, confiar, orar, no detenerme y nunca rendirme.
Camino hasta encontrar la luz al final de este túnel. Entonces, antes de poder decir: “Eureka”, me encuentro con cuatro caminos frente a mí. Una encrucijada que es como un acertijo.
Yo miro al cielo y le digo: “Bueno… ¿y ahora?”
Descubro personas que se sienten como yo, parados en una encrucijada en el camino de sus vidas. No son diferentes a mí. Dudan, se cuestionan y preguntan: “¿Por qué yo? ¿Por qué yo?”
He pasado así en estos días, detenido a mitad del camino, buscando… tratando de comprender su voluntad. Sé que suele dejar señales, como los letreros iluminados de los almacenes que te indican cuál es el que buscas. Estas señales abundan en el camino, pero como ando distraído no las veo.
Hoy justamente encontré una que me ha impactado mucho, y la comparto contigo. Puede que también sea para ti. Me hizo reflexionar un largo rato. Estaba en mi Biblia, la que tengo de los años de la Universidad. Lo copiaré para ti.
“Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen juicio.
No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto”. (Rm 12, 1-2)
Dios te ayude y me ayude, a hacer su voluntad.
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Querido lector puedes escuchar y compartir este audio blog, esta hermosa reflexión grabada por nuestro autor.
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