Hoy desperté con el carnet de conducir vencido. Había programado hace un mes ir a renovarlo con mi esposa Vida, pero julio fue un mes complicado. Todo se enredó. Saber que debo renovarlo me recuerda que me hago viejo, que los años pasan.
Por primera vez en mucho tiempo estoy sin poder conducir mi auto. Y siento que algo importante me falta.
Iremos en un rato a renovarlo.
Ver a mi esposa conduciendo en mi lugar me hace sentir un poco extraño.
Dependes de otros para algo que siempre has hecho. Sientes que andas incompleto…
Mientras espero que me llamen para hacer los exámenes de conducir no he podido dejar de pensar. Me pregunto: cuando estamos en pecado, ¿por qué no sentimos que nos falta Dios? A veces, en ese estado, experimentamos como una urgencia y no sabemos qué es. Caminamos desnutridos por el mundo y un pecado nos lleva al otro. Qué fácil somos vencidos.
He leído que uno de los grandes tormentos de las almas que van al purgatorio es no poder experimentar la cercanía de Dios.
Cuando camino en pecado, me falta Dios. Mi alma anda confundida. Me falta lo elemental para vivir.
Me ha pasado un par de veces. Le pregunto: «¿Dónde estás Señor?» Siempre responde: «Aquí, a tu lado, en ti, en tus hermanos».
La fuerza para resistir y vencer me viene de Dios. Su gracia me fortalece, me permite vivir y ser mejor cada día.
Me han llamado. Debo hacer un examen de los oídos. Te colocan unos audífonos. Del lado derecho o izquierdo suena un pito leve. Levantas la mano. Creo que aprobé.
Quiero afinar los oídos del alma para oír a Dios en un mundo tan agitado.
¿Cómo puedes reconocerlo? Es muy sencillo. Su voz siempre te moverá a la santidad, la humildad, el perdón y la caridad. JAMÁS a la violencia, o el odio. Sabes que algo viene de Dios cuando promueve la reconciliación y la misericordia.
De Dios proviene la PAZ.
Su dulce voz que nos llama al amor, la hermandad, se tergiversa cuando no podemos reconocerlo.
He salido con mi carnet de conducir. Qué alegría. Miro a mi alrededor y siento que empiezo de nuevo. Abrazo a mi esposa y nos vamos.
Cada mañana Dios te muestra un mundo renovado y nuevo para animarte a ser feliz. Está pendiente de ti, aún de los detalles más pequeños. Todo es importante para Él, sobre todo cuando se trata de ti.
Escucha a Dios… Todos somos hermanos, tú y yo.
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Recemos al Dios de la paz, por la PAZ, que Dios se haga presente en los corazones de todos nuestros hermanos.
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