Cuando era niño soñaba con ser santo. Pensaba en lo bueno que sería pasar una eternidad en el Paraíso.
Mi vida giraba en torno a Dios. Era un sueño infantil. Reflexionaba en ello a menudo. Era ingenuo como todos los niños. Y tenía fe.
Al crecer me di cuenta lo frágil que era esa fe infantil. Lo fácil que era perderla por los caminos de la vida.
Un día Dios me llamo de vuelta, no a mí, sino al Claudio que era cuando niño, un Claudio sin tantas complicaciones para creer.
Me costó, me demoré, pero escuché su llamado y le dije: “Aquí estoy, envíame. ¿Qué quieres que haga?”.
Hoy empiezo la cuaresma de mi vida, sofocado por las dificultades, ofreciéndolas al buen Dios, porque no tengo más. Así, con las manos vacías me detengo frente al sagrario para iniciar mi camino cuaresmal.
Ofreciendo lo poco que tengo y soy.
Y entro entonces a darme cuenta de algo que me horroriza:
“Dios mío, qué poco he hecho por ti. He sido un egoísta. Perdóname”.
El inicio de la Cuaresma es algo que cada año me impacta. Ser católico y creyente me motiva a vivir unido al buen Jesús estos días en los que tanto sufrió.
Tuvo la agonía de saber que una atroz muerte estaba por llegar.
«¿Cómo puedes soportar esta certeza? Serás injustamente acusado, te lloverán latigazos, colocaran una corona de espinas sobre tu cabeza, escupirán tu rostro, se burlarán de ti, cargarás una pesada cruz hasta el Calvario y al final te crucificarán sin compasión alguna».
He tenido que detenerme. Perdóname.
Imaginar este tormento y que lo ha sufrido «por ti y por mí» es más de lo que he podido soportar.Si vieras mi rostro, verías lágrimas que empiezan a correr por mis mejillas.
«Mi buen Jesús, no quiero que estés solo. Te amo mucho. No me importa clamarlo y que el mundo entero me escuche. Eres mi mejor amigo».
Sentirse perseguido injustamente te ayuda a comprender el sentido hondo de la cuaresma. Un tiempo de oración, ayuno y de amor.
Aprovéchalo como si fuese el último de tu vida y tendrás la gracia y la cercanía de Dios.
Sé de muchos que tendrán que pasar una cuaresma muy difícil, incomprendidos, acusados injustamente y hasta perseguidos. Despiertan en uno este sentimiento de solidaridad. Te dan ganas de abrazarlos y decirles: “tranquilos, todo pasa, Y esto ya pasará”.
Por ellos, por ti, donde quiera que te encuentres, y por los que sufren en este momento, ofreceré mis oraciones esta noche.
Le pediré al buen Jesús que nos bendiga y nos muestre el camino cuaresmal.
Sé santo para Jesús.