A pesar de las muchas ofensas y ultrajes que recibe la Madre de nuestro Salvador, no deja de invitarnos al amor, la oración, a seguir a su hijo Jesús y vivir en santidad.
La Virgen es nuestra Madre espiritual y como madre vela por nuestro bienestar. Nos trae un mensaje de Dios que desea establecer la devoción a su Inmaculado Corazón.
El 13 de junio de 1917 la santísima Virgen María se le apareció a los tres pastorcillos en Fátima.
Lucía le dijo: “Quería pedirle que nos llevase al Cielo.”
Nuestra Señora le respondió:
“Sí; a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto. Pero tú quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón. A quien la abrazare, le prometo la salvación; y estas almas serán queridas de Dios como flores puestas por Mí para adornar su trono.”
Refugio en los peligros
¿Dónde podemos encontrar nuestro refugio en los peligros y la adversidad? La Virgen se lo dice Lucía.
Lucía preguntó tristemente: “¿Me quedo aquí sola?”
Nuestra Señora: “No, hija. ¿Y tu sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.”
El Padre Teófilo Rodríguez se encuentra en el santuario de Fátima en este momento, mientras tecleo estas palabras en mi ordenador. Hace una reflexión bellísima sobre el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
“Hay que volver al Corazón inmaculado de María, es nuestro refugio. Vivimos un tiempo de gracia en el mes de mayo, dedicado a honrar a nuestra Madre. A través de su Corazón Inmaculado y el rezo del santo Rosario podemos traer la paz a la humanidad”.
Y nos enseña una oración sencilla para consagrarnos al Inmaculado Corazón de María.
“Abramos nuestro corazón al Inmaculado Corazón de María”. Tengamos la oportunidad de decirle:
“Madre, me consagro a ti”.
“Corazón inmaculado de María,
reconociendo que soy un pecador,
hago entrega de todo lo que soy;
de todo lo que tengo,
siendo consciente de mi pecado;
a tu Inmaculado Corazón;
para que la llama de tu Corazón
pueda encender mi corazón
y, quemar toda la miseria y pecado,
para que así pueda contemplar el
rostro fragante, bello, hermoso;
de tu hijo Jesucristo; mi Señor y mi Dios.
Madre santísima, en tu Corazón
proclamamos el triunfo y
proclamamos el reinado Eucarístico de Jesús,
a quien sea toda gloria, todo honor
y toda alabanza, por los siglos de los siglos”.
Amén.
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El Padre Teófilo Rodríguez (P. Teófilo del Consolador) tiene publicado un libro maravilloso: “Sanados por Jesús y María”. Te invitamos a verlo. Si te interesa Haz “CLIC” aquí. Dios te bendiga!