Todo el que es papá o mamá, pasa por un año especial en el que los niños todo lo preguntan. Es el año de los porqués.
Mis hijos ya están grandes, el tiempo ha pasado, pero recuerdo esa época con gran cariño. Cómo me divertí con ellos. Pasaba todo el día respondiendo inquietudes.
«¿Por qué las hormigas no crecen?»
«¿Por qué no veo el viento?»
“¿Por qué las nubecitas flotan?»
Eran preguntas muy interesantes y a menudo debía recurrir a una enciclopedia para responder.
Me ayudaban a ver pequeñas maravillas y valorarlas como un regalo de Dios.
Para ellos todo tiene valor y es una sorpresa cada descubrimiento: una piedrecilla, una ramita, un insecto, una hoja, los troncos de los árboles.
Tengo un diario lleno de anotaciones en el que guardaba esas frases geniales e irrepetibles de los niños. Una de las secciones son las preguntas del «año de los porqués.»
Había olvidado esa época tan maravillosa en la que redescubrí un mundo hermoso que pasa desapercibido para los adultos.
Solía sentarme con ellos detrás del auto, mientras Vida, mi esposa conducía y me colocaba a su altura para ver el mundo como ellos lo veían. Todo era diferente, enorme. Su perspectiva no se parecía en nada a la mía.
Mientras viajan en auto ven las nubes, los letreros, lo que es invisible para nosotros que siempre vemos lo que tenemos delante.
Ahora que tengo una nieta, he regresado al pasado con sus preguntas. Entramos con ella al «año de los porqués». Cada vez debo pensar más antes de responder.
La semana pasada, mientras llovía, se quedó pensando y me preguntó:
«¿Por qué el agua moja?»
Hace poco pude responder una de sus preguntas sin necesidad de una enciclopedia. Sólo usé mi imaginación.
«Abuelito, ¿por qué el agua no sabe a nada?»
«Es muy sencillo. Dios la hizo así para que les gustara a todos los niños. Si el agua supiera a menta, no les gustaría a todos y no la tomarían. Si el agua supiera a medicina, tampoco. Si supiera a chocolate seguro les encantaría, pero se cansarían con el tiempo de este sabor. El agua no sabe a nada para que les guste a todos».
Creo que hice muy larga mi respuesta. Cuando terminé, ya estaba de vuelta jugando con sus muñecas.
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