Queridos hijos, soy papá.
Vosotros dormís mientras yo, una noche más, intento estudiar pese al cúmulo de emociones que pasan una y otra vez, zapateando mi corazón. Papá es un ave nocturna, ya sabéis, al que le cuesta dejarse ir… pero cuando se deja, se va, se va lejos, hasta el mejor de los arco iris.
Hoy me ha dado por pensar qué os llevaríais de mí si mañana, Dios no lo quiera, papá se fuera. ¿Qué os habría enseñado yo? No tenemos canción de buenas noches, ni un cuento mítico familiar, ni siquiera tenemos un ritual familiar desde que erais pequeños. Desconozco si hacemos algo así, como en las películas, característico y singular. No destaco en casi nada, nunca he sido el mejor en nada, no he ganado medallas, ni he sido el primero en mi promoción, no he tenido el mejor sueldo, ni la mejor casa… Tengo sueños inacabados, tal vez no hago a mamá todo lo feliz que me gustaría, grito más de lo que debería, os exijo demasiado y tengo la sensación de que pierdo demasiado tiempo en querer que las cosas funcionen de una manera en lugar de disfrutarlas sin más. Veo a otros papás y mamás y, alguna vez, me digo que por qué no seré como ellos…
Lo que sí os puedo decir es que cada uno de vosotros tres habéis sido frutos de amor, queridos y deseados desde el primer día de vuestra concepción. Sois mi alegría, mi descanso y mi tormento, causa de mi mayor sufrimiento y razón por la que levantarse y luchar cada día. Sois la prueba de que el corazón siempre se puede estirar un poco más, igual que la hora de acostarse, y de que vale la pena tener una cama grande en la que caber todos. No hay día ni noche en la que mis desvelos no se pierdan en vuestros sueños. Me habéis demostrado que la verdadera nómina es la que se cobra en besos y que, pese al miedo, vale la pena ser valiente e intentarlo una vez más, y otra, y otra, y otra…
Papá no es el padre más guay. No es el más simpático, ni el más comprensivo, ni el más paciente. No soy el que mejor canta, ni el más guapo de los padres de vuestros amigos. Papá no es el mejor en ningún deporte, ni es famoso. Papá es, simplemente, él, o eso pretende. Papá, eso sí, lleva más de 15 años queriendo a mamá cada día, luchando por su matrimonio y siéndole fiel. Papá ha terminado su carrera 20 años después de empezarla, pese a todas las dificultades, zancadillas, desánimos, trampas y heridas en el camino. Papá nunca se rindió y lo consiguió. Papá es hoy ingeniero, aunque un ingeniero de aquellos que prefieren educar a niños, llenar un teatro con padres y soñar con ser útil a los más pequeños. Papá confió en Dios siempre y le ha ido bien. Papá no tuvo miedo de cambiarse de ciudad varias veces persiguiendo sus sueños. Papá nunca escatimó una sonrisa ni un abrazo a nadie. Papá es así, qué le voy a hacer.
Me gustaría ofrecer más, lo reconozco. Hay noches que tengo la sensación de que cada vez la barba es más blanca y de que todavía nada he hecho de importancia en esta vida. Pero hoy, al calor del Somewhere Over the Rainbow, creo que nada mejor pude hacer que dejar al mundo un regalo que cambiará la historia: vosotros. Sois, sin duda, lo mejor y, aunque a veces tenga la tentación de pensar que sois míos y de mamá, rápidamente me sacudo y me digo que sois… para todos y, sobre todo, para Dios; la esperanza de mis ojos, la semilla de un futuro que os tocará conquistar.
Papá os cuidará siempre, aquí y allá.
Un abrazo fraterno – @scasanovam