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Una pregunta de una de las jóvenes con las que comparto la catequesis los viernes por la tarde, me dejó sencillamente impresionado. Tenían que escribir en un papel lo que le dirían a Jesús de Nazaret si tuvieran ocasión, si apareciera de pronto en sus vidas y les diera la oportunidad de decirle algo. Ella lanzó una pregunta: “¿Serías capaz de volver a morir por nosotros de nuevo?”
No era el momento de indagar en la pregunta ya que la dinámica preveía un compartir sin réplicas ni interrupciones pero reconozco que me dejó pensando. ¿Qué pensaría esta chica de la muerte de Jesús? ¿Qué imagen de Dios tiene? ¿Qué opina ella de sí misma? ¿Y qué opinión le merece el mundo que le ha tocado vivir?
Lo primero que pienso es que para ella la muerte de Jesús tiene poco significado; en lo personal, me refiero. Es un acontecimiento histórico que pasó y ya está. Hace tanto… y es tan difícil de entender que se queda casi en una anécdota. Poniéndome en su lugar, entiendo que ella necesitaría experimentar la verdad de esa “muerte” de Cristo por ella, para ella. Seguro que es algo que lleva oyendo y celebrando desde pequeña que se ha quedado en un mero conocimiento… aunque a la vez, ¿estáis de acuerdo conmigo en que denota cierta “sed” de Jesús? ¿No descubrís conmigo la necesidad de saberse amada por Él, de saberse salvada por Él, de saberse recuperada por su muerte?
Por otro lado, detecto en su pregunta cierto desánimo acerca del mundo que le ha tocado vivir. Intuyo que su percepción de lo que tiene delante de sus ojos es tan terrible, tan cruel, tan dolorosa, tan violenta, tan sinsentido… que su pregunta desafía al mismo Cristo: ¿serías capaz… otra vez… por este mundo…? Tal vez tendría que contarle que es precisamente por una humanidad pecadora como la actual, desnortada, derrotada, desesperanzada, falta de sueños y utopía, por la que Jesús entregó su vida. No es a los justos sino a los pecadores… ¡Tremendo! ¿Verdad? Por estos… por nosotros… por puro amor…
Y ya por último, curiosa palabra que tenemos metida en el tuétano… ¡Capaz! Esta chica es, sin duda, hija de su tiempo y de su civilización. El mundo de los capaces, de los que acumulan méritos y títulos y negocios y estudios… donde la valía de las personas se mide en Gigabytes o en dólares. Jesús es el Cristo de los incapaces, el que hace posible el milagro, el que rehabilita a los excluidos, el que se relaciona con la escoria humana… Jesús no fue el Cristo por capacidad sino por entrega. Su misión se mide en amor, en generosidad, en escucha, en el todo derramado por cada uno…
Si me lo preguntas a mí, respondo que sí, que Jesús seguiría muriendo por nosotros una y mil veces. Por ti y por mí, incapaces de entenderlo, y por este mundo ciego y sordo…
Un abrazo fraterno – @scasanovam