Cuando nos imaginamos la felicidad, a veces, somos auténticos creativos de la ensoñación. Y cuando se trata de que la felicidad sea en pareja, a veces hasta somos incapaces de imaginarla de lo absortos y cansados que estamos en nuestro día a día de hijos, colegios, compras, lavadoras y demás.
Pero haciendo un ejercicio sosegado de realismo, yo sí descubro momentos en los que me siento especialmente feliz compartiéndolos junto a mi pareja:
- Leer juntos en la cama, al acostarnos. Igual lo disfruto por las pocas veces que esto sucede. O yo me quedo trabajando y ella se va a la cama, o alguno está tan cansado que no hay libro que dure más de treinta segundos, o … pero el caso es que cuando ha sucedido, me ha encantado. No leemos cosas parecidas, pero estar juntos, en silencio, en nuestro rincón, absortos en un puñado de páginas, sencillamente, es genial.
- Desayunar juntos. A mí me mujer le encanta desayunar. Es su comida del día favorita y para ella es todo un protocolo que ejecuta despacio, con mimo, sin prisa, saboreando cada bocado. A mí me gusta desayunar con ella, hablando del día o escuchando juntos la radio a primera hora. Me da mucha energía para lo que se viene encima.
- Ver juntos una película o una serie. No somos muy de series y tampoco nos prodigamos especialmente en ratos frente al televisor pero siempre que lo hemos hecho, lo hemos disfrutado. Ahora estamos “enganchados” viendo “Victoria”, la serie que relata el reinado de una de las reinas más importante de Reino Unido y del mundo.
- Pasear juntos por la ciudad. Salir a caminar despacio, en una hora donde no haya mucha gente en la calle y disfrutar de los pasos hechos en común, de mirar algún escaparate, de descubrir algún edificio nuevo, de desentrañar misteriosos secretos que no habíamos percatado todavía… Podría estar caminando con ella toda la vida. De hecho, en eso estamos…
- Ir a cenar juntos a algún restaurante. Hablar mientras cenamos, pedir cada uno lo que nos entusiasma, comprobar lo distintos que somos y lo que hemos ido descubriendo juntos, también gastronómicamente hablando.
- Escabullirnos a nuestra habitación para estar juntos… Buscarnos, priorizarnos, ver cómo podemos sacar un tiempo para nosotros y sacarlo. A veces hay momentos de más tranquilidad y de más calidad; otras veces, se hace lo que se puede, pero hasta esos momentos son geniales a su lado.
- Viajar juntos y solos, modestamente, cada cinco años, para celebrar nuestro aniversario. Es la recompensa por no viajar casi nada y por no hacerlo solos casi nunca. ¡Cada cinco años sí! El primer lustro de casados fuimos a Sanabria. El segundo lustro, a Roma. Y este 2017… toca viaje… ¿Adónde iremos?
Como veis, casi todo es extraordinario, pequeño pero extraordinario. Hemos aprendido a ser felices con poco, lo cual es una auténtica bendición.
Un abrazo fraterno – @scasanovam