Me llamó la atención esta tarde, visitando la página web de un diario español, que sus tres noticias más leídas tenían en su titular la palabra «sexo» o «sexual». Una de ellas hablaba de prácticas sexuales en las civilizaciones antiguas, otra de ellas hablaba de una serie de casos de corrupción en la política española y la tercera se aventuraba a comentar las fantasías sexuales más frecuentes en hombres y mujeres. Lo más leído.
El sexo sigue llamando. Es un reclamo que se sigue utilizando para captar la atención de muchos. El sexo nos interesa. El sexo llama a nuestra curiosidad. El sexo nos divierte. El sexo es tentación permanente, misterio, tabú y sigue rodeado de un aura especial. No deja de ser sorprendente. Muchos dicen que vivimos en una sociedad hipersexualizada, y es verdad. Pero lo curioso es que en una sociedad que se ha sacudido de mucho de lo que le pesaba en este terreno y que luce orgullosa de libertad en este campo… sigamos tan obsesionados con este tema.
No sé si llegará el día en que la vivencia sexual esté normalizada e integrada en la vida social. ¿Qué quiere decir esto? Pues que lo veamos con normalidad, sin oscurantismos ni excesos; que lo vivamos con naturalidad y, a la vez, como algo valioso que vale la pena cuidar, dada la importancia que tiene para la salud física, emocional y espiritual de toda persona; que no tengamos que darle titulares, que no necesitemos hacer negocios con ello, que no denigremos a nadie por ello, que no sirva para alcanzar poder, que no sea fuente de un placer destructivo. Ojalá llegue el día en que no nos quedemos en el recibidor y descubramos los habitáculos más maravillosos de la sexualidad. Ojalá llegue el día en que sexo no sea sinónimo de genitalidad, ni de pecado, ni de exceso, ni de escándalo, ni de exclusión, ni de fiesta, ni de descontrol.
He incluido la palabra sexo en el título de esta entrada. veremos a ver si también pasa a ser una de las entradas más léidas de Aleteia.
Un abrazo fraterno
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