Me gustan las personas que sonríen, las que iluminan las calles oscuras, los caminos invisibles, las esquinas escondidas; las que despliegan velas, buscan andanadas de aire fresco, las que son brisa suave cuando el calor aprieta.
Me gustan las personas que saben abrazar, las que acogen todo lo que eres entre sus brazos, las que acogen tu misterio y te llenan de esperanza; las que vienen, las que se acercan, las que esperan tu llegada y se regalan sin demora.
Me gustan las personas que dicen te quiero a mansalva, las que no se lo reservan para los grandes momentos, las que lo dicen porque lo sienten; las que no tienen miedo a querer a muchos, las que reparten el corazón y les llega para todos.
Me gustan las personas que miran de otra manera, que ven lo que nadie percibe, que descubren la mariposa, la nube, la flor, el lunar, el gesto, la ternura; las que miran como Dios mira, las que llevan el perdón en sus ojos y el amor y la caricia.
Me gustan las personas que no interpretan un papel y que afrontan la vida siendo ellos mismos, aquellas que han descubierto su verdad y no saben andar sin ella; las personas que hablan con franqueza y que actúan ni doblez.
Me gustan las personas leales, que aguantan al lado de aquello y de aquel con el que se han comprometido, que no vuelan ni huyen, que son fieles; las que dan valor a la palabra y a la amistad y a la promesa que va más allá del éxito o del fracaso.
Me gustan las personas que dejan que entres en su universo, las que no tienen miedo de encontrarse con otros, y conocerlos, y darse a conocer, y quererlos y dejarse querer; aquellas que abren ventanas o dejan puertas entreabiertas, las que necesitan de otros que las habiten y las descubran.
Me gustan las personas que creen en algo, que hablan el lenguaje de la fe, que tienen convicciones que se dibujan en horizontes, a veces, poco claros; las que alimentan el alma y ponen a punto el espíritu, las que cultivan su cuerpo y las que calman la sed de su cerebro.
Me gustan las personas que no pasan de largo, las que aún sin saber qué hacer, se paran, las que priorizan lo importante sobre lo urgente; las personas que conocen el valor del tiempo, de la compañía, de la presencia, que convierten en eternidad un instante mirado con amor.
Me gustas tú, que te atreves a ser, a levantarte cada día, a dar gracias y a salir ahí afuera aun cuando no entiendas por qué el mundo sigue girando habiendo tanta gente dispuesta a pararlo. Me gustas tú, que conoces el valor de tus actos, que sabes la importancia de tus batallas, que confías en que el bien que puedas hacer sea bondad para todos los que viven ahogados por el mal. Me gustas tú, porque amas, porque haces de tu rostro el rostro de Dios vivo.
Un abrazo fraterno – @scasanovam