Me levanto. Me cuesta porque ayer me acosté tarde. La ducha me sabe a gloria y la disfruto, intuyendo el signo que, por la noche, me encontraré en la Vigilia. El agua vivifica, limpia, lava, alimenta, descansa, refresca, despierta…
Con mi mujer vamos a despertar a los niños. Están disfrutando la Pascua. El mayor está centrado, participando de las celebraciones con los mayores y, luego, encontrándose bien al servicio de los que son más pequeños que él. La niña activa, relacionándose con unos y otros y ofreciéndose voluntaria para todo. El pequeño, con 5 años, fiel y responsable con el compromiso que ha adquirido, a su manera, con el coro. Él se ha traído su guitarra y está al servicio de todos, con el resto de guitarras, ensayando los cantos y animando las celebraciones y oraciones. Los veo y veo la acción de Dios en cada uno y admiro la pedagogía del Padre que, tantas veces, me falta a mí. También ellos se encuentran con un Señor que va colocando a cada uno en su lugar, que les abre puertas, que les acaricia el corazón y les pide, a cada uno, lo suyo.
Catequesis sobre María y luego caminata por el campo y silencio personal. No pensé demasiado y me dediqué a contemplar, a reposarme, a escuchar el suave murmullo de una losa que empieza a ser removida. Me planté delante del Señor y quise mostrarme de nuevo disponible a lo que me pida, sabiendo que Él no me abandonará en la misión.
Camino de vuelta por parejas, al estilo de aquellos hombres de Emaús. Conversación y compartir precioso entre hermanos. Aceptación del Misterio. Pocas palabras.
Esperando ya la Vigilia, la victoria de la luz, de la misericordia, del amor, de la verdad. Celebrar que Cristo está con nosotros, que nos da su paz, que nos acompaña y que nos protege. Esperando con ganas revisar la historia de mi vida y ver en ella una auténtica historia de salvación. Esperando el grito de júbilo, el abrazo gozoso, la esperanza firme.
Hace sol y nubes ahí afuera. En el corazón, empieza a amanecer de nuevo y las sombras tocan retirada. Es el momento de celebrar la victoria. Es el momento de correr, raudos, a anunciar a los hermanos que CRISTO VIVE.
Un abrazo fraterno – @scasanovam