Nunca he sido “fan” de casi nadie. No he tenido pósters pegados en mi habitación de joven, ni grandes fotografías empapelando mis carpetas de la universidad. No me he comprado toda la discografía de ningún grupo o artista musical y no he perseguido a nadie en busca de su autógrafo. Pero hay una pequeña excepción: en la pared de mi habitación, de mi antigua habitación de soltero en casa de mis padres, colgaba una foto en un sencillo marco de cristal. ¿Quién gozaba de tal honor? Johan Cruyff.
Siempre fui admirador de Johan Cruyff, del Johan entrenador ya que nunca lo vi como jugador. Aquel míster de gabardina, que jugaba al ataque y que revolucionó el sentido del juego con un Barcelona campeón e inolvidable… me cautivó. Y lo hizo para siempre. Y no sólo en lo futbolístico fue donde yo aprendí una especial concepción del juego sino también en el resto de aspectos de mi vida.
Yo también creo que la vida hay que “jugarla al ataque”. ¿Qué significa eso? Para mí, y aplicando la filosofía Cruyff, varias cosas:
- Vivir con alegría. No hay nada más bonito y divertido que un juego alegre, fresco, con movimiento. Mirar lo que tenemos delante con cierto descaro y pensar, día tras día, que más allá de las dificultades, vivir es un regalo y que vale la pena aprovecharlo y divertirse jugando.
- Asumir riesgos. Jugar al ataque implica estar más centrado en atacar que en defender, en conseguir que en conservar, en ganar que en perder. Eso implica dedicar más recursos, efectivos y energías a multiplicar dones, a multiplicar el bien, a luchar por los sueños, a responder a inquietudes, a abrir puertas nuevas, a conocer nueva gente… y menos a conservar lo que ya tenemos, preferir lo malo conocido a lo bueno por conocer, adaptarse a lo que me ha tocado y resignarse. Sí, asumir riesgos. Estar dispuesto a perder algo en pos de ganar algo mayor. Estar dispuesto a mirar más hacia adelante que hacia atrás.
- Dar importancia al “cómo” y no sólo al “qué”. La manera en la que hacemos las cosas, la manera en la que vivimos… importa tanto como lo que conseguimos. ¿Hacemos felices a los que viven a nuestro alrededor? ¿Llamamos la atención de los que nos ven? ¿Atraemos? ¿La gente querría vivir como nosotros? El Barcelona de Cruyff no sólo ganaba sino que jugaba bien. Esa idea de «jogo bonito» es también muy importante. Jugar no sólo para uno sino también para el resto.
- Mantener el “estilo” pese a las dificultades. A veces no se gana. A veces se pierde. A veces los riesgos se han visto excesivos. A veces las cosas se ponen feas. Aún así, hay que creer en estos principios y mantenerlos. Seguir creyendo en que los valores, las maneras y las convicciones son claves y sagradas. ¿Eso implica no hacer cambios? Ni mucho menos. Claro que hay que ser flexible, pero manteniendo la columna vertebral de nuestros principios.
Por último, deciros que para mí es más fácil vivir así siendo creyente. Primero porque Dios me anima a ello. Segundo porque me asegura la victoria. Y tercero porque me acompaña en este “partido” del siglo llamado vida.
Johan, gracias por todo. Nos vemos ahí arriba.
Un abrazo fraterno – @scasanovam