Hace unos días, surgió la noticia en los medios de comunicación, de la creación y puesta a la venta de un colchón capaz de detectar infidelidades. No pude dejar de leerlo y de buscar información al respecto y comprobé que sí, que no era una broma ni un sobrecalentamiento del cerebro de algún redactor. “Smarttress” es algo más que un colchón, dice la empresa propietaria, ya que contiene en su interior una tecnología basada en sensores ultrasónicos que detectan actividad sexual inusual y la comunican al terminal al que esté asociado.
Más allá de lo anecdótico del asunto, de las risas que me eché ese día con unos y otros, y de compartir en Facebook la noticia, que me pareció hilarante, creo que detrás de ello hay asuntos que merece la pena comentar:
- El ingeniero que lo ha diseñado dice que tuvo la idea al analizar los datos provenientes de encuestas que sitúan a España como el país más infiel de Europa, y que sitúan en el 94% las infidelidades que se cometen en la propia casa. Si estos datos son reales… algo se nos ha ido de las manos, algo no se está haciendo bien. ¿Cómo queremos que las familias no se rompan? ¿Qué buscamos los cónyuges fuera de nuestra pareja? ¿Cómo estamos viviendo la sexualidad en el matrimonio? ¿Somos conscientes de la presión, tensión, provocación constante a la que estamos sometidos? ¿Ponemos remedio? Porque débiles… somos todos. No tengo la más mínima duda. Pero lo importante es si el proyecto matrimonial y familiar es fuerte, si solucionamos nuestros problemas, si hay buena comunicación, si nos cuidamos como pareja, si hablamos de sexo y si el sexo es una pata asentada en nuestra relación de pareja… Manos a la obra.
- Lo segundo es la cuestión de la “actividad inusual”, que, al fin y al cabo, es lo que detecta el sistema… actividad inusual, en día, en intensidad, en velocidad… Madre mía… Parece que los matrimonios estamos condenados a la rutina sexual. Si esa es la conclusión final, ¿será verdad? ¿Es verdad que la vida sexual de un matrimonio debe ser previsible, rutinaria, usual? Y ya entrando en los matrimonios católicos, apostólicos y romanos… ¿Es incompatible nuestra fe con una vida sexual activa, creativa, divertida? A veces uno lee cosas y la conclusión es que sí. Mucha gente piensa que sí y a mucha gente, esto, la separa de la Iglesia. A otros no les separa pero viven con la sensación de estar en la cuerda floja de lo “prohibido” continuamente. ¿Es así?
- Lo tercero, evidentemente, es la confianza o, mejor, la desconfianza de alguien que compra ese colchón en previsión de posibles infidelidades. ¿O se compra de mutuo acuerdo? Sin confianza, no hay relación de verdad. Si se ha perdido, en lugar de comprar colchones, urge buscar ayuda para que la confianza sea restituida.
La tecnología nos vuelve a sorprender y, como casi siempre, podemos dejarnos llevar por la anécdota o ir un poco más allá. Al menos lanzarnos preguntas… que necesitan ser respondidas en algún momento.
Un abrazo fraterno – @scasanovam