Ven, Espíritu.
Ven, sopla, pasa.
Espíritu que eres Dios mismo. Sin barba, ni rostro, ni manos, ni pies, ni manto, ni túnica. Dios que entra por las rendijas, que se cuela por las grietas, que derriba muros, que construye puentes, que cura heridas y que trae un viento del sur que llena el alma de calor.
Espíritu, que eres vista y mirada; que mira al horizonte, que descubre tristeza en los ojos del prójimo, que se fija en la bondad de cada corazón, que realza la oportunidad, que destapa la belleza que permanece oculta tras cristales oscuros y negras nubes.
Espíritu, que eres olfato agudo; que lo llenas todo de perfume y que me lleva a perseguir aromas de flores silvestres, libres, dignas. Fragancia de los corazones buenos, de las personas que siguen a Dios aún sin saberlo, de los que sirven y sirven y sirven y se dan por entero.
Espíritu, que eres tacto suave, mano caliente a la que agarrarse en el frío invierno; que eres caricia cuando más se necesita, hombro cuando uno se ha quedado sin apoyos, mejilla sonrosada, epidermis de los que se dejan la piel por los que más lo necesitan.
Espíritu, que eres oído y ruido; susurro sugerente, voz que llega y no se va, clamor en el desierto, grito ante la injusticia. Tú, que escuchas el llanto tras las gruesas paredes de la indiferencia y que calmas con ternura y paciencia.
Espíritu, que permites saborear a Dios, gustarlo y degustarlo, que regalas infinitas texturas e innumerables esencias para seguirle. Espíritu que masticas a Dios y me lo entregas listo para ser digerido, que repartes tus dones y que los haces correr por mi sangre para que nada de lo que soy esté vacío de Ti.
Ven, Espíritu. Dios enamorado, sol de primavera, canturreo de gorrión, ternura inmerecida, reposo del corazón, aliento de madre, abrazo de amigo, sueño, huella, certeza, palabra, silencio.
Tú, que me has llevado a lugares, que me has animado a abandonar trabajos, que me has presentado a personas, que te has cruzado por caminos insospechados, que has mantenido viva mi vocación, que me has regalado hermanos, que me has tatuado a Calasanz en el corazón… Tú, Espíritu, estate siempre cerca y yo procuraré estar despierto para no perderme nada de Ti.
Ven, Espíritu. Ven sobre todos nosotros.
Un abrazo fraterno – @scasanovam