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Eres mi alumno y quiero despedirme de ti

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Santi Casanova - publicado el 19/05/16

Querido tú, querida tú, alumno, alumna:

Hoy nos hemos despedido en el oratorio del cole. El camino que empezamos en octubre del pasado año, llega a su fin. Y no sólo llega a su fin por este curso sino que llega al final definitivamente. Tú dejas ya la Primaria y, el curso que viene, si todo va bien, empezarás a cursar la Secundaria. Y en Secundaria… ya no hay visita semanal al oratorio.

Me despido de ti emocionado. Soy así de tontito. Pese a mi edad, mi experiencia, mi recorrido laboral, mi mesura y mi contención… me despido emocionado. Sin darte cuenta, tienes un lugar en mi corazón. Te lo has ido ganando semana a semana, día a día, minuto a minuto. Y sin hacer nada especial, siendo, simplemente, tú.

No siempre fue fácil estar con vosotros pero la satisfacción no se mide simplemente por la facilidad. Ninguna relación personal es fácil ¿sabes? Si nunca te encuentras en dificultades con un amigo, con una pareja, con un familiar… plantéate hasta qué punto te importa esa relación y esa persona. No, no siempre fue fácil. Pero también fue muchas veces interesante, enriquecedor, emocionante, bonito. Quiero que sepas que, cada día, antes de ponerme delante de vosotros, os ponía delante de Dios y me ponía delante yo, el primero. Porque lo necesitamos. Los maestros no somos dioses, magos, culturistas, sabios… Ponerme delante de Dios me sirvió cada día para asumir que lo único que yo podía hacer era dar lo mejor de mí y esperar que Él hiciera el resto. Poneros delante de Él me sirvió cada día para trataros como algo sagrado, valioso, único, algo ante lo cual no puedo ponerme delante sin descalzarme con mimo y reverencia.

Creo que hemos aprendido juntos, que hemos hablado de muchas cosas, que hemos compartido un espacio y un tiempo donde pudimos ser nosotros mismos. Creo que la escuela debe propiciar esos espacios y esos tiempos. He intentado decirte que tienes algo que contar, siempre; que es valioso por ser tuyo, que merece ser escuchado, que tienes derecho también a saber que no estás solo, que no caminas abandonado, que las dificultades existen, y el dolor, que es más fácil  si buscas apoyos y que esa mano, que sostiene y ayuda, la tienes garantizada. También te he hablado de Dios y espero que, al menos, salgas con esto grabado en tu corazón: Dios te quiere. Dios te espera. Dios te perdona. Infinitamente. Siempre. Todo. No hay mucho más.

Algunas veces me has visto perder la paciencia, cometer errores, plantear sesiones y momentos que no te han llegado, que no te han servido, que no han funcionado… Lo siento. Estas cosas pasan. Lo que nunca ha estado en cuestión es mi respeto hacia ti y mi decisión de cuidarte y quererte. Un maestro sólo puede enseñar desde el amor. Al menos yo lo entiendo así. Y yo decidí quererte y respetarte desde el primer que me encontré ante ti.

Te espera una nueva etapa ahí afuera. No sólo de estudios sino también vital. Asoma la adolescencia y muchas cosas se pondrán patas arriba, tú incluido, tú incluida. Cambia el cuerpo, cambia la manera de pensar, cambia la voz, cambian los intereses, cambian las preguntas… Una etapa apasionante con nuevas materias, nuevos profesores, nuevas relaciones, nuevos sueños, nuevos sufrimientos… Entiendo, por lo que hoy decías, que la afrontas con ilusión y, también, con cierto miedo e inseguridad. Normal. Llega una época en la que se te va a empezar a tratar como alguien más mayor. Más decisiones recaerán sobre ti, más libertad, más responsabilidad. Miedo, el justo. Que no te paralice. Tú no has nacido ayer. Ya sabes lo que es esforzarse, descubrir, trabajar, tener heridas, afrontar, caer y levantarse… Nada de eso va a cambiar. Es verdad que la batalla sube de nivel pero, no es menos cierto, que tú eres un guerrero, una guerrera, con mayor preparación y con armas más poderosas para el combate. A por ello. Lo que no debes descuidar es aquello que te hace ser quien eres, aquello que es invisible pero que es lo más valioso: tus principios, tus creencias, tus valores, lo que se guarda en tu corazón, las personas que te quieren, Dios mismo. Algo de esto se pondrá en cuestión, algo se reformará, algo nuevo descubrirás y algo cambiará. No pasa nada. No pasa nada mientras tú no te pierdas por el camino. Cuando eso empiece a pasar, busca ayuda. A mí me tendrás a tu lado siempre. Creo en ti y en tu capacidad para ser feliz. ¡Ánimo!

Poco más, no quiero enrollarme. Ha sido un placer cruzarme contigo y compartir un tramito del viaje de la vida a tu lado. En este año lleno de cambios para mí, tú me has ayudado. Y eso te lo agradeceré siempre.

Un abrazo muy fuerte, lleno de cariño. Y hasta que volvamos a encontrarnos.

@scasanovam

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